Científicas marplatenses vinculan la psicología y la educación a través de las neurociencias en la búsqueda de mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje en estudiantes de diferentes niveles.
La neurociencia es un campo interdisciplinario y está estrechamente relacionada con otras áreas del conocimiento, como las matemáticas, la lingüística, la ingeniería, la informática, la química, la filosofía, la medicina y la psicología.
María Laura Andrés (investigadora asistente del CONICET Mar del Plata) desarrolla sus investigaciones en el campo de la psicología. Es especialista en Psicología del Desarrollo, Educacional y Clínica y lleva adelante sus trabajos en el Instituto de Psicología Básica, Aplicada y Tecnología (IPSIBAT), perteneciente al CONICET y la Universidad Nacional de Mar del Plata.
En la actualidad, María Laura trabaja, junto con otros colegas, en un modelo explicativo del desempeño en la comprensión lectora y el cálculo aritmético en niños, considerando las funciones ejecutivas, la mentalidad de crecimiento, y la regulación emocional entre otras variables, como factores explicativos. Uno de los objetivos de su proyecto es comprender cómo el manejo de las emociones impacta en el aprendizaje académico de los niños.
Para la neurociencia abordada desde la psicología las funciones ejecutivas son actividades mentales complejas que nos sirven para adaptarnos al entorno y alcanzar las metas que planificamos, dentro de las cuales nos encontramos con la memoria de trabajo, la planificación, el razonamiento, la flexibilidad, la inhibición, la toma de decisiones, la estimación temporal, la ejecución dual y la multitarea. Es decir, todas las funciones que ponemos en juego para planificar nuestro día.
La regulación de las emociones (RE) es la capacidad que tenemos de influenciar y modificar nuestras emociones, poniendo en juego diferentes habilidades y estrategias. Tradicionalmente, es una variable ligada al dominio clínico y se considera “transdiagnóstica”, es decir, implicada en alguna medida en todos los síntomas y trastornos psicológicos.
Sin embargo, recientemente, se ha comenzado a analizar y a explorar su implicancia para el dominio educativo. Las estrategias cognitivas de regulación emocional (ECRE), por ejemplo, son formas específicas a través de las cuales las personas regulan sus emociones. Estas estrategias, que son formas del pensamiento pueden activarse frente a eventos con carga emocional que se van adquiriendo, consolidando y perfeccionando a lo largo del desarrollo. Hay estrategias adaptativas, en general asociadas a mayores niveles de optimismo y autoestima y bajos niveles de estrés, angustia y depresión; y las no adaptativas, que se asocian a una condición opuesta a las adaptativas.
María Laura explica que “podríamos tomar a las ECRE como “anteojos” con los que miramos los eventos: si tengo los anteojos de color oscuro es probable que mire siempre el lado oscuro de las cosas, y esta visión profundiza mi estado emocional negativo y vuelve a focalizar mi atención en aspectos negativos y así sucesivamente. Pero el “poder” de estos anteojos es limitado: pueden colaborar en ciertos estados, por ejemplo, regular mejor o no el estrés, pero no depende de ellos curarse de una enfermedad grave, por ejemplo”. Las investigaciones que María Laura realizó con niños en estos temas demuestran que su utilización predice sintomatología depresiva y ansiosa, pero también explica la propia percepción de felicidad. Además, encontraron que “los niños con mayor capacidad de memoria de trabajo y flexibilidad cognitiva muestran mejor implementación de la estrategia de reinterpretación positiva”. Este tipo de resultados “nos permiten aportar para el diseño y contenido de los programas de aprendizaje socio-emocional”, afirma.
La capacidad de utilizar estas estrategias no es una característica que se hereda, sino que se va adquiriendo y consolidando a lo largo del desarrollo, a medida que se va desplegando también el sistema cognitivo, es decir, a medida que aprendemos. “La familia y la escuela colaboran activamente para que esto pueda suceder, y lo hacen a través del modelado, el vocabulario, las explicaciones, el ´tono emocional´ de las mismas, que van conformando estas ECRE y ´perfilando´ la mayor o menor activación de las mismas en situaciones pertinentes”, explica María Laura.
La tolerancia al distrés, es otro ejemplo una habilidad de regulación emocional que permite persistir en una tarea dirigida a un objetivo a pesar de que puedan experimentarse niveles de malestar. En sus estudios, pilotos aún, hallaron que los niños que poseen mayor tolerancia al distrés muestran mayores rendimientos en cálculo matemático y comprensión lectora, posiblemente porque puedan tolerar mejor algunos sentimientos de incomodidad que todo aprendizaje académico puede conllevar. Este es otro dato que en un futuro permitirá aportar al diseño y contenido de programas de promoción de aprendizaje socioemocional.
Si bien la psicoterapia cognitiva busca ayudar a esta reinterpretación de los eventos y a brindar herramientas para el manejo y tolerancia del estrés, existen programas de promoción de habilidades socioemocionales que pueden aplicarse, por ejemplo, en escuelas y enseñar a los niños estas distintas maneras de pensar y sus efectos sobre nuestro estado de ánimo.
Nacida y criada en Mar del Plata, María Laura es madre de una niña de cuatro años y alterna la vida profesional con la familia y el yoga, estudió su carrera de grado y su doctorado en la Facultad de Psicología de la UNMDP, y realizó dos maestrías, una de ellas en Psicología Cognitiva y Aprendizaje y otra en Psicología, Educación y Desarrollo.
Se viene la charla «Diálogos sobre Neurociencias»
María Laura Andrés integrará el panel de especialistas del evento “Diálogos sobre Neurociencias” que se realizará el 1° de octubre en el Nivel Cine del Shopping Los Gallegos, donde éste y otros aspectos de las neurociencias serán abordados. El ciclo de charlas es una actividad con entrada libre y gratuita, con cupos limitados a la sala y con una duración máxima de 90 minutos. Para mayor información: comunicacion@mardelplata-conicet.gob.ar.
Fuente y foto: CONICET Mar del Plata.