En tiempos de pandemia y aislamiento, las sociedades transitan momentos atípicos y novedosos, y entender el contexto actual es un gran desafío. Luciana Barbini (bioquímica), Mariana Hualde (infectóloga), Diego Bernardini (gerontólogo), Adrián Alasino (médico clínico y director de la Escuela Superior de Medicina de la UNMDP) y Pablo Corral (médico clínico que participa de un ensayo clínico con la droga colchicina) hablan de la situación desde distintas aristas y nos ayudan a tener una visión más acabada de la realidad.
Por Agustín Casa / @Agustin_Casa
Hoy se convive en un contexto inédito para las generaciones actuales. En pocos meses, el día a día de gran parte del mundo cambió de manera abrupta. La información es importante para entender lo que sucede, comprender lo novedoso e inesperado de algunas situaciones y las dificultades que se afrontan en la actualidad, a medida que se conocen nuevos datos sobre el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19.
En apenas tres meses, los habitantes de numerosos países cambiaron sus hábitos y el mundo entero hizo foco en la situación sanitaria. La detección de los primeros pacientes con una nueva neumonía en Wuhan, en la provincia china de Hubei, se produjo en diciembre de 2019. El 31 de ese mes, el Gobierno de China informó esta situación a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Casi un mes después, el 30 de enero de este año, la OMS declaró el brote de este nuevo coronavirus como una emergencia de salud pública de importancia internacional, al contabilizarse más de 7.700 contagios en China y más de 80 en 18 países. Debido a la rápida propagación del virus y a la circulación del mismo por gran parte del mundo, el 11 de marzo la OMS caracterizó a la COVID-19 como una pandemia, en un contexto con 118.000 personas infectadas en 114 países y con más de 4.291 fallecidos a causa de la enfermedad.
En Argentina, se informó la detección del primer paciente con COVID-19 el 3 de marzo. Al 10 de abril, se contabilizaban 1.975 personas con la enfermedad y 82 que habían fallecido a causa de la misma. Asimismo, por disposición del Gobierno Nacional, la población se encuentra en Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio desde el 20 de marzo, y el presidente de la Nación, Alberto Fernández, anunció la continuidad de una cuarentena “administrada” desde el lunes 13 de abril hasta el domingo 26 del mismo mes.
A escala global, en su reporte del 10 de abril, la OMS informaba que se habían superado los 1.500.000 contagios en todo el planeta y las muertes ascendían a 92.798.
Ante este escenario, Citecus convocó a cinco profesionales, de variadas especialidades, que en este informe abordan distintas aristas de la pandemia para comprender mejor el mundo en el que vivimos hoy. Desde su lugar, médicos e investigadores describen las particularidades del coronavirus, la enfermedad que produce, la evolución de la pandemia, las investigaciones en curso, la importancia de las medidas preventivas y los cuidados para la población de riesgo, entre otras facetas.
Luciana Barbini
Es doctora en Bioquímica por la Universidad de Santiago de Compostela (España). Se desempeña como investigadora adjunta del CONICET en el Departamento de Química de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata y es profesora de Microbiología Clínica y Virología Básica en la carrera de Bioquímica de la misma casa de estudios. Es integrante de la Sociedad Argentina de Virología.
-¿Qué es un coronavirus?
-Los coronavirus son una familia de virus que producen infecciones del tracto respiratorio en el humano. La gran mayoría producen enfermedades leves o moderadas. Sin embargo, anteriormente se conocieron dos coronavirus que produjeron enfermedades graves de la vía respiratoria, como el SARS (síndrome respiratorio agudo severo) en China en el año 2003 y el MERS (síndrome respiratorio de oriente medio) en Arabia Saudita en 2012. Afortunadamente, ambos virus pudieron contenerse en esas regiones.
-¿Qué diferencia hay entre un virus y una bacteria?
-La partícula viral está compuesta por ácidos nucleicos (ADN o ARN), que forman el genoma del virus y diferentes proteínas. Algunos además poseen una envoltura o membrana. Los virus son parásitos intracelulares obligados, lo que quiere decir que necesitan de una célula a la cual infectar para poder reproducirse. Una bacteria es una célula procariota, que se multiplica por el proceso de fisión binaria y para ello no necesita de una célula a la cual infectar.
-¿Qué se sabe del SARS-CoV-2?
-Es un “nuevo” coronavirus que se cree proviene de algún animal y que ha adquirido la capacidad de infectar al humano. Se identificó por primera vez en Wuhan (China) en diciembre de 2019. Se distribuyó por todo el mundo rápidamente, generando la actual pandemia. Produce una enfermedad respiratoria aguda llamada COVID-19 (coronavirus disease), que a veces puede ser grave.
-En caso que las investigaciones y los ensayos en curso arrojen resultados positivos, ¿cuánto es un tiempo razonable para la disponibilidad de una vacuna contra este coronavirus?
-Es muy difícil estimar un tiempo en el que pueda disponerse de una vacuna para la prevención. Si bien existen muchos laboratorios que están investigando distintos formatos de vacunas, no será en el corto plazo. Cabe mencionar que uno de los inconvenientes que se tiene en el desarrollo de vacunas es la variabilidad viral que tienen los virus con genoma de ARN (como éste es el caso). Se deben seleccionar proteínas que sean inmunogénicas y que la respuesta inmune que induzcan resulte protectora. Además se deben realizar todas las pruebas correspondientes y los ensayos clínicos hasta su aprobación de uso en el humano.
-En cuanto a las drogas con las que se están haciendo ensayos en distintos países, incluida la Argentina, de comprobarse su efectividad, ¿cuál es el tiempo esperable para que una droga sea aprobada para tratar a pacientes con COVID-19?
-Los distintos ensayos clínicos que se están haciendo involucran drogas ya aprobadas y que se utilizan en el tratamiento de otras infecciones o enfermedades (hidroxicloroquina, antiretrovirales, etc.). La aprobación de uso requiere incluir a un gran número de pacientes en los ensayos clínicos que se realizan y la obtención de resultados contundentes de actividad y éxito en los tratamientos. El tiempo de obtención de los resultados dependerá básicamente de estos factores. Cabe mencionar que el antiviral ideal para realizar el tratamiento de la COVID-19 sería una molécula que específicamente pudiera inhibir algún paso del ciclo de replicación viral. En este aspecto, existen varios laboratorios investigando. El descubrimiento de estos antivirales tampoco será en el corto plazo.
Mariana Hualde
Es médica especialista en Enfermedades Infecciosas del Hospital Interzonal General de Agudos [HIGA] Dr. Oscar Alende de Mar del Plata. Integra la Asociación de Enfermedades Infecciosas de Mar del Plata.
-¿De qué manera la COVID-19 afecta al organismo? ¿Cuáles son los principales síntomas de esta enfermedad? ¿Quiénes integran los grupos de riesgo?
-La infección viral provocada por este nuevo coronavirus, del cual hemos tenido conocimiento a fines del año pasado, provoca un espectro amplio de enfermedad, que incluye desde pacientes asintomáticos hasta pacientes que cursan un cuadro grave con compromiso respiratorio importante, que incluso puede llevarlos a necesitar el apoyo mecánico ventilatorio y lamentablemente algunos pueden evolucionar hasta la muerte.
El 80 % de los pacientes que adquieran esta infección va a cursar un grado leve a moderado, incluyendo a pacientes que presentan síntomas banales o síntomas de enfermedad leve respiratoria como fiebre, febrícula, tos –la mayoría de las veces es una tos seca–, dolor de garganta, malestar general, dolores musculares (mialgias), dolores articulares (artralgias), simulando una gripe estacional. Es decir, que es poco probable incluso que requieran de asistencia médica. Del 20 % restante, un 15 % va a tener un compromiso mayor, es decir, va a desarrollar una neumonía, y un 5 % va a tener un compromiso crítico, es decir, va a tener una enfermedad severa que incluso lo puede llevar a la muerte.
Todas las personas pueden ser afectadas por esta infección. Pero hay un grupo de mayor riesgo y de peor evolución, determinado principalmente por la edad, que son las personas mayores de 60-65 años y aquellos pacientes que tienen, además de la edad, enfermedades crónicas o comorbilidades, dentro de las cuales las más frecuentemente descriptas son la hipertensión, la diabetes, enfermedades cardíacas crónicas, enfermedades pulmonares crónicas, enfermedades hepáticas crónicas y enfermedades renales crónicas. Es decir, todos aquellos pacientes que tienen alguna comorbilidad son los que pueden tener una evolución más tórpida.
La mortalidad tiene una curva clara de distribución. La mortalidad global hoy se calcula que ronda el 4-5 %. Cuando observamos la distribución de la mortalidad por grupo etario, esta mortalidad es aproximadamente del 2 % en mayores de 50 años, del 4 % en mayores de 60 años, del 8 % en mayores de 70 años y del 16 % en mayores de 80 años. Todos los grupos etarios son afectados, y de hecho el grupo etario mayormente afectado es la edad media de la vida, pero en menores de 50 años la mortalidad es baja.
-En esta época del año aparecen otras afecciones respiratorias. ¿Cómo convive la COVID-19 con otras enfermedades? ¿En qué casos es recomendable la aplicación de la vacuna antigripal?
-Esta convivencia entre la gripe estacional o gripe por el virus de influenza, más las complicaciones de tipo bacterianas como las enfermedades respiratorias por neumococo, probablemente compliquen el escenario en el cual cursen estas infecciones por coronavirus. Estas infecciones van a sumarse.
Hay que recomendar clara y ampliamente la vacunación antigripal y antineumocócica a todos aquellos grupos que la tienen indicada. Cumplir con esta indicación nos va a permitir intentar que, por lo menos, los pacientes no sufran, además de la eventual infección por coronavirus, una infección por la gripe estacional o por el neumococo agregada. Los grupos de adultos que tienen la indicación de vacuna antigripal y vacuna antineumocócica son aquellas personas mayores de 65 años y la gente más joven que tiene enfermedades crónicas diagnosticadas y en tratamiento, como aquellos que tienen diabetes, patología cardíaca crónica, patología respiratoria crónica, patología renal crónica, y los pacientes con antecedentes de enfermedades oncológicas y oncohematológicas, entre otros. Es decir, todos aquellos pacientes que tienen un problema crónico de salud tienen además la indicación de tener su calendario de vacunación antigripal y antineumocócico al día. Las embarazadas tienen que vacunarse para la gripe, entre otras vacunas.
-¿Cuál es el objetivo de medidas como el aislamiento social preventivo y obligatorio?
-El objetivo de estas medidas de intervención es tratar de disminuir la posibilidad de que ocurra transmisión de esta infección entre las personas. Se intenta cortar la cadena epidemiológica. No vamos a evitar que la pandemia nos atraviese, y que tenga sus consecuencias, pero sí podemos enlentecer la evolución. El objetivo de esto es permitir que los sistemas sanitarios puedan responder de la mejor manera posible.
-Al no haber actualmente tratamientos para pacientes con COVID-19, ¿qué estrategias terapéuticas se están estudiando?
-La estrategia terapéutica está basada en dos pilares fundamentales que son drogas antivirales, de inicio precoz, y drogas antiinflamatorias, en una segunda fase.
Diego Bernardini
Es doctor en Medicina, gerontólogo y profesor titular de Medicina en la Escuela Superior de Medicina de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
-El aislamiento social modifica nuestros hábitos, ¿qué recomendaciones se pueden hacer a los adultos mayores para mantenerse activos en casa?
-El confinamiento que estamos viviendo, a través de tanto tiempo, claramente modifica nuestros ritmos de vida, nuestras actividades de día y, por supuesto, cada uno de nosotros somos muy diferentes frente a esto. Pero de una manera u otra afecta nuestros ritmos. ¿Qué es lo más importante para mantenernos activos? Cuando hablamos de mantener activa a una persona, tenemos que pensar que no tiene que ver solamente con la actividad física. Tenemos que hablar de actividad durante el día, donde también está incluida la actividad física. Entonces, lo principal es mantener una rutina. Una rutina que tiene que ser de comunicación, donde haya comunicación desde afuera hacia el interior de ese hogar donde está la persona mayor, pero también estimular a que esa persona mayor se pueda comunicar con el exterior. Tiene que haber una rutina de alimentación y de descanso. Tenemos que intentar respetar esos horarios de alimentación y de descanso porque una de las cuestiones que suelen ocurrir cuando uno está confinado en el hogar es perder la noción del tiempo de alguna manera. Entonces, empieza a dormir de día, cuesta dormir de noche y así se alteran todos los ritmos. Por eso es muy importante mantener rutinas de comunicación, de nutrición, de descanso, y otra rutina muy importante en las personas mayores es la de los horarios de la medicación. No sólo deben seguir tomando la medicación, sino hacerlo en los horarios que corresponden. Y después la actividad física, que tiene que ser muy básica. Puede ser básica y que eso sea suficiente para que esa persona se mantenga en condiciones. Mantener una agenda, una rutina de actividades, es lo fundamental. Y vuelvo a remarcar: comunicaciones, alimentación, descanso, medicación y actividad física.
-En este contexto de aislamiento social, ¿de qué manera los más jóvenes pueden ayudar a los adultos mayores?
-Los más jóvenes pueden ayudar de muchas formas. Como se suele decir en España, por activa o por pasiva. Por pasiva, si queremos cuidar a los mayores, lo que hay que hacer es primero mantener la distancia social, una sana distancia. Tenemos que pensar que el virus no busca las personas, sino que las personas nos encontramos con el virus. Por eso es muy importante mantener esta distancia, que no tiene que ser menor a dos metros. Tenemos que mantener las normas de higiene, es fundamental. Y la forma en la cual podemos ayudarlos de manera activa es vinculándonos con ellos a través de la comunicación, del diálogo. Llamarlos, saber cómo están viviendo, escucharlos, esto es muy importante. Pero también con cuestiones muy básicas y súper necesarias como ayudarlos en la provisión de alimentos, de medicamentos. Las personas jóvenes pueden hacer de medio con los propios médicos de cabecera. Nosotros podemos recetar, dejar esas recetas en sobres para que alguien las pase a buscar y esto es muy importante para que no haya una alteración o una interrupción en los cronogramas de prescripción médica de las personas mayores. Las personas más jóvenes tenemos muchas formas de actuar. Hay muchas iniciativas. Una de ellas es la del voluntariado de personas que ayudan en llamar por teléfono a las personas mayores para escucharlas, para las compras, los medicamentos. Sobre todas las cosas es una gran oportunidad para que las personas más jóvenes podamos cuidar a quienes alguna vez nos cuidaron.
-¿Cuáles creés que serán las consecuencias psicológicas del aislamiento en adultos mayores y cómo creés que se pueden subsanar?
-En cuanto a las consecuencias psicológicas, de alguna manera todavía es temprano para evaluar, pero sí sabemos de algunas cuestiones que están sucediendo en China y países asiáticos que empezaron a levantar la cuarentena. Claramente esto va a dejar huellas inmediatas, pero también a largo plazo. Muchas personas van a vivir esto como un estrés, donde empieza a pesar también la estigmatización de si hemos contraído el virus o no. Se pueden disparar por el aislamiento situaciones de depresión, de neurosis. Algunos pueden vivirlo inclusive como un estrés postraumático. A esto hay que agregarle el estrés que implica la gran incertidumbre financiera, económica. Éstas son las consecuencias que hoy sabemos que están pesando muy fuerte desde lo psicológico, pero también desde lo económico, que es la otra gran consecuencia que va a traer toda esta situación. Las personas mayores van a emerger de esta situación de confinamiento con mucho miedo. Tenemos que pensar que esto que se vino muy de golpe, y que de alguna manera nos confinó a todos en las casas, no va a levantarse de a poco. Estamos viendo que en otros países hay rebrotes, es decir, hay reagravamientos. Esto altera todo el tejido social. Esto es algo tan nuevo, tan de golpe, que hay mucho de ensayo y error basado en nuestras propias experiencias en nuestras propias comunidades. Pero también viendo qué está ocurriendo en otros países. Se van a venir meses muy difíciles en este 2020. Va a haber que estar muy atentos para apoyar a las personas mayores porque son las más vulnerables como estamos viendo.
Adrián Alasino
Es médico especialista en Medicina General y director de la Escuela Superior de Medicina de la Universidad Nacional de Mar del Plata, casa de estudios en la cual también se desempeña como profesor titular de Promoción de la Salud. Es presidente honorario de la Federación Argentina de Medicina General (FAMG).
-¿Qué tipo de acciones se están llevando a cabo desde las universidades y el sistema científico en tiempos de pandemia y aislamiento social?
-La mayoría se ha enrolado en tareas relacionadas con la disciplina y la mirada académica que cada facultad tiene. En Mar del Plata, la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales realiza la producción de gel sanitizante, la Facultad de Psicología puso a disposición ayuda en salud mental por distintas vías como la virtual. La Facultad de Ciencias de la Salud también realiza acciones a distancia y de voluntariado. Y la Facultad de Ingeniería trabaja en la creación de distintos elementos, como máscaras de protección, para el personal de salud. En la Escuela Superior de Medicina creamos un Comité de Contingencia Sanitaria e impulsamos un voluntariado. Toda la Universidad Nacional de Mar del Plata se encolumna con un voluntariado como están haciendo todas las universidades.
Por otro lado, el sistema científico siempre funciona. Los investigadores no están accediendo mucho a sus laboratorios, pero siguen investigando. El trabajo de investigación ahora está orientado todo al COVID-19. En estos días han salido algunas fuentes de financiamiento que promueven investigaciones. Entonces, los científicos se están conectando, como siempre lo hacen, y están tratando de ver cuestiones sobre todo de la parte estadística-matemática y también de pensar investigaciones que empiecen a ayudar a dar respuesta al coronavirus.
-En paralelo, ¿cómo actúan las sociedades médicas durante la pandemia?
-Las sociedades científicas y médicas también han optado por caminos de colaboración. Están agrupadas. Hay un foro de sociedades científicas de salud –del cual participamos con la Federación– que nuclea a unas 69 sociedades y el mensaje es similar: producir consejería en distintos niveles. En el caso nuestro, de atención primaria, se ha trabajado en toda la consejería para los equipos de salud. Se han hecho contactos con sociedades científicas de España y otros países del mundo, sobre todo los que tienen características similares –como idioma y cultura–. Se producen permanentemente documentos orientativos para los equipos de salud y para los miembros de las disciplinas. Por ejemplo, la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE) y la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) están jugando un rol muy importante. Se están dando cursos virtuales de actualización para los profesionales y también hay una apertura a la formación de médicos en habilidades que no tienen, y ahora son necesarias por la pandemia, a través de capacitación virtual. Hoy las páginas web de casi todas las sociedades científicas tienen un apartado sobre el COVID-19.
-A partir de la declaración de la pandemia por parte de la OMS, ¿qué tipo de protocolos y políticas de salud pública han tomado los países del mundo?
-Limitar la circulación de las personas entre países fue una de las primeras medidas. Son decisiones políticas, pero tienen una sugerencia y un origen sanitario por el traslado del virus de un lugar a otro. La movilización de gente, que ha cambiado mucho en los últimos treinta años por la aviación y la rapidez de las comunicaciones, hace que la población se mueva mucho comparado a cien años atrás. Después hay otras medidas que tienen que ver con protocolos que se van acordando. El aislamiento, sin duda, es la medida más grande y más trascendente. No tiene registro en la historia de la humanidad a escala global. Es una medida sanitaria clave que justamente los países que no la han tomado a la misma velocidad claramente se han visto más avanzados por la enfermedad. También están todas las medidas preventivas de higiene para evitar la transmisión del coronavirus. La definición del lavado de manos y la del distanciamiento social (el metro de distancia) son las que más han impactado. Otra política de salud pública de los países ha sido apuntalar el sistema de salud lo más rápido posible con recursos humanos y equipamiento tecnológico para el nivel hospitalario. Además, otra decisión de cada país ha sido empezar a analizar rápidamente el tipo de virus, si mutó, cómo se comporta, la gravedad de los casos, porque eso es muy importante a futuro.
-En términos académicos, ¿de qué manera las casas de estudio de Medicina se adaptan para generar aprendizaje en este tipo de situaciones, al tratarse de un virus nuevo?
-Es un virus nuevo, pero la familia de los coronavirus es muy conocida por la Ciencias Médicas y múltiplemente estudiada. De hecho, esto ha permitido que rápidamente se lea su secuencia genómica de ARN en todos los continentes, y hace pocos días el Malbrán lo hizo en Argentina. Sabemos que tarde o temprano, va a haber vacunas y tratamientos para este virus.
La adaptación del aprendizaje en medicina es bastante compleja porque el plan de estudios de Medicina tiene dos partes. En los primeros tres años las actividades teóricas para cada asignatura son el 50 % y las actividades prácticas el otro 50 %. Para ello se montan los laboratorios de baja y mediana complejidad. Los segundos tres años son más de práctica clínica. Tienen 60 % de práctica y 40 % de teoría. De cuarto a sexto año, hay más prácticas con pacientes y también en laboratorio. Entonces, la virtualización de las actividades, que es la respuesta que todas las facultades de Medicina han tomado en mayor medida, es limitada porque el aprendizaje práctico de esta disciplina se hace mucho presencial y también se limita un poco la toma de examen.
-¿Cómo funciona el Comité de Contingencia Sanitaria de la Escuela Superior de Medicina y cómo se elaboró la primera proyección de casos de COVID-19 para Mar del Plata?
-La Escuela Superior de Medicina cuenta con el Observatorio Regional de Epidemiología, Salud y Ambiente (ORESA). Los observadores se dedican a hacer proyecciones de comportamientos y distintas cuestiones en temas de salud y ambiente. Ahí instalamos el Comité de Contingencia Sanitaria, que tiene un armado en red con la coordinación de dos médicos epidemiólogos, que son los titulares de la materia Epidemiología de la carrera de Medicina, y un grupo interdisciplinario de expertos, integrado por infectólogos, inmunólogos, estadísticos y matemáticos, que realizan tareas conjuntas. Son todos docentes de la Escuela. La decisión de establecerlo fue para ordenar una respuesta porque, como la escuela tiene casi 300 profesionales, las consultas venían separadas. Entonces, decidimos concentrar las respuestas para mejorar su impacto.
Tenemos tres líneas de trabajo. La clásica que es de capacitación, con asesorías virtuales a equipos de salud y también algunas actividades presenciales. Por ejemplo, estamos organizando un curso para entubación con muñecos, dirigido a profesionales de guardias de algunos municipios vecinos que no están tan entrenados. La segunda es la de asesoramiento técnico. En ese marco, se elaboró el informe de la primera curva de casos de COVID-19 para la ciudad. Esa línea lo que hace es apoyar a decisores que consultan en la proyección. Son proyecciones matemáticas, obviamente que no son exactas, y dependen de muchas cosas. El objetivo es tener, cinco o seis semanas antes de que las cosas sucedan, una idea de cómo se va comportar el virus en la ciudad. Eso está atravesado por distintos factores y la idea es tener una herramienta de acción. Sobre todo, sacar un cálculo de la cantidad de camas que se van a ir necesitando, tanto camas comunes como camas de terapia intensiva, que son las cuestiones más difíciles. Y que las camas comunes estén preparadas porque, si el paciente está internado en una dependencia de salud, la posibilidad de que evolucione mal es menor porque está vigilado, tiene medicamentos y demás parámetros. La tercera línea es el apoyo con intervenciones médico-asistenciales y preventivo-promocionales. Es el trabajo que vamos a organizar cuando llegue el momento de apoyar, con grupos de médicos que puedan asistir y reforzar lo que se les pida, y el momento en que el voluntariado de estudiantes avanzados de la escuela cumpla algunos roles que no los expongan tanto, que tengan que ver con la atención médica, la prevención y la promoción.
Pablo Corral
Es médico clínico y profesor de Farmacología en la Carrera de Medicina de la Universidad FASTA de Mar del Plata. Participa de un estudio diseñado en el país por Estudios Clínicos Latinoamérica (ECLA) el cual consiste en realizar un ensayo clínico con la droga colchicina. El estudio se encuentra en la etapa de reclutamiento y enrolamiento de pacientes, ya que ha sido aprobado recientemente por la ANMAT. Las pruebas se llevarán a cabo en distintos hospitales y sanatorios, públicos y privados, del país que quieran participar del estudio. En paralelo al estudio en Argentina, “ya tenemos más de diez países del mundo que han solicitado participar del estudio como Italia, España, Arabia Saudita, Chile, Brasil, Estados Unidos, Colombia y Canadá”, remarcó Corral.
-¿Qué tipos de estudios de tratamientos de COVID-19 se están realizando en la Argentina?
-En Argentina básicamente está el grupo del Hospital Posadas, que está probando la hidroxicloroquina, que es una droga que se utiliza contra la malaria, el lupus y la artritis reumatoidea. Ha tenido algún resultado preliminar en Francia y en alguna otra experiencia en China. Por otro lado, nosotros estamos desarrollamos un protocolo de estudio clínico, en condiciones hoy ya de comenzar, donde vamos a testear una droga conocida, que se llama colchicina. Es un fármaco que se utiliza desde hace muchos años para el tratamiento de la gota. Tiene un efecto antiinflamatorio e inmunomodulador. Regula, modula o equilibra el sistema inmune. La vamos a probar en un grupo de pacientes graves que están internados con infección por COVID-19, pero que aparte tienen un compromiso respiratorio, que es por esto que los pacientes con COVID-19 fallecen, porque comienzan con una falla respiratoria. Nuestra hipótesis es que el sistema inmune, y esto sí se sabe, hace una descarga de una serie de sustancias que se denominan citoquinas. En medicina se llama “tormenta citoquínica”. Se liberan una serie de sustancias por el efecto del virus sobre distintas células. El virus estimula el sistema inmune. Éste reacciona de esta forma, liberando esta serie de sustancias que dañan finalmente al pulmón y el paciente requiere de asistencia respiratoria mecánica, o sea, de tener un respirador. Es como una reacción en cadena. Es como cuando uno pone las fichas de dominó paradas una al lado de otra. Donde cae una ficha, luego empiezan a fallar otro tipo de órganos. La primera ficha serían los pulmones y después se llega a lo que se denomina una falla multiorgánica. Significa que no solamente fallan los pulmones, sino después fallan los riñones, el corazón, el hígado, etc. Y eso luego lleva a la muerte del paciente. Lo que queremos probar con la colchicina es poder cortar esta cadena, poder evitar el daño pulmonar que después desencadena todo el resto de las consecuencias.
-¿Cuál es el objetivo de este estudio?
-El objetivo del estudio es que el paciente no muera. Porque cuando hay un paciente con una falla respiratoria severa, que está internado en terapia intensiva con un respirador, la mortalidad llega al 50 %. O sea, que de dos pacientes, se muere uno. Es muy alta la tasa de mortalidad cuando el paciente llega a esta instancia. Entonces, nosotros con la colchicina, inhibiendo o modulando el sistema inmune, queremos disminuir la tasa de mortalidad. Ése es nuestro objetivo primario.
-¿Cuáles son los tiempos razonables para investigaciones de este tipo?
-Nosotros no estamos probando una droga o un fármaco para prevenir un infarto, que puede tardar tres, cuatro o cinco años, que es lo que duran habitualmente los estudios clínicos. Necesitamos probar esto en un período de tiempo récord. Por eso, nos pusimos a trabajar hace menos de dos semanas y hemos trabajado durante muchísimas horas por día, e incluso en horarios diferentes para poder avanzar, porque nosotros tenemos que probar esto en el corto plazo. En el corto plazo significa que nosotros dentro de, a lo sumo un mes o mes y medio, deberíamos tener comenzado el estudio y deberíamos empezar a tener resultados. No nos va a servir hacer el estudio y tener los resultados en diciembre o en enero de 2021 porque, ojalá que haya pasado, pero va a pasar mucha agua bajo del puente en función de los casos nuevos que van a aparecer. Nosotros necesitamos tener resultados en el corto plazo. Para diagramar un estudio clínico de este tipo se tardan muchos meses de discusión, trabajo y diagramación. Nosotros hemos tratado de hacerlo lo más simple posible. Pero no solamente es importante realizarlo y diagramarlo en un corto período de tiempo, sino que hay que testearlo en el momento agudo, porque a nosotros nos va a servir el resultado para tratar de aplicarlo en los casos que están ocurriendo en este momento. Hay muchas cosas que no se saben del COVID-19, pero son estudios, no solamente el nuestro, sino los más de 200 estudios que hay alrededor del mundo testeando distintos tipos de estrategias, que necesitan resultados en el corto plazo.
Muy buena nota. Muy buena información.