En diálogo con Citecus, Mercedes Echarte (doctora en Biofísica e investigadora del CONICET en INTA Balcarce y la Facultad de Cs. Agrarias de la UNMDP) detalló qué es, cómo se produce este biocombustible y de qué manera podría beneficiar, por ejemplo, a comunidades rurales de la provincia de Buenos Aires.
Por Agustín Casa
En la comunidad de Los Pinos, en el partido de Balcarce, se lleva adelante un proyecto modelo sin precedentes en el país. El mismo consiste en la colocación de un biodigestor que sería empleado para la generación de biogás destinado para consumo de esa comunidad rural.
¿Qué es el biogás?
“El biogás es una mezcla de gases que se producen durante la digestión anaerobia de la materia orgánica. El biogás es una mezcla de metano, que es un gas combustible, más otros gases como dióxido de carbono, un subproducto mayoritario que acompaña al metano, y hay trazas de gases un poco menos inocuos que el dióxido de carbono”, definió en diálogo con Citecus Mercedes Echarte, doctora en Biofísica (UBA) con experiencia posdoctoral en Fisiología de Cultivos en la Unidad Integrada Balcarce del INTA y la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Es investigadora adjunta del CONICET y estudia la producción de bioenergía para el desarrollo rural sostenible en el sudeste bonaerense.
La especialista describió que durante la digestión anaerobia “las bacterias degradan la materia orgánica y uno de los productos que se obtienen es el biogás”. Para comprender de qué manera esa materia orgánica es convertida en biogás, es importante abordar el concepto de biomasa. Según Echarte, “la biomasa es toda materia orgánica que ha estado recientemente viva o que está viva, que no incluya al petróleo ni sus derivados, porque justamente lo que pretende la definición es apuntar a recursos renovables para la producción de energía. Es decir, la biomasa es un recurso para la producción de energía. No solamente de biogás, ya que hay muchas maneras de obtener energía a partir de la biomasa”. En este sentido, ejemplificó: “Una planta creciendo en el campo es biomasa. Un residuo pecuario, el estiércol de los animales, es materia viva porque está lleno de microorganismos que, cuando el animal lo elimina, están vivos”.
En relación al circuito de la biomasa, la investigadora del CONICET, en el INTA y la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNMDP ubicada en Balcarce, señaló: “Las plantas almacenan la energía solar como si fueran prácticamente una pila. La planta fija dióxido de carbono y junto con ese dióxido de carbono almacena también energía. Esa energía que está contenida en la materia de la biomasa, se puede tratar de aprovechar, recuperar y transformar en otro tipo de energía. Entonces, cuando se transforma la biomasa en biogás, en bioetanol, en calor, en lo que sea, lo que se está haciendo es liberar la energía que las plantas obtuvieron de la radiación solar. A veces, existen intermediarios entre esa energía que la planta almacenó durante la fotosíntesis y el biogás. Ese intermediario es el animal que se come la planta. También saca un poco de energía de esa planta que come, y tiene como desperdicio una parte del alimento de la planta que el animal no puede terminar de aprovechar. Y eyecta en el estiércol y en la orina toda esa materia que no utiliza, que contiene todavía energía. El animal la deposita y nosotros no la valoramos ni la sabemos apreciar, pero sigue teniendo energía, que se puede aprovechar y transformar en otra energía, por ejemplo, biogás”.
El biogás es un biocombustible que se produce mediante el aprovechamiento de la biomasa, un recurso renovable. ¿Por qué renovable? “El biogás se produce a partir de la digestión anaerobia de materia orgánica disponible y fácilmente recuperable. Se considera que un recurso es renovable cuando se puede recuperar en tiempos lógicos de la vida humana”, indicó la doctora en Biofísica.
En paralelo, clasificó dos tipos de biocombustibles. “Los de primera generación son los que producen mayor cuestionamiento porque son derivados de productos que podrían funcionar como alimentos. Entonces, se genera una competencia entre el alimento y la energía”, desarrolló y continuó: “Por otra parte, los biocombustibles de segunda generación son aquellos que no compiten con los alimentos y en este momento son los mejor valorados. El biogás entra muy fácilmente en esa clasificación porque como cualquier materia orgánica es plausible de ser digerida anaeróbicamente. Eso hace que la tecnología de producción de biogás sea muy flexible y muy versátil, y puedas mandar cualquier materia orgánica a un biodigestor y sabés que vas a tener biogás, incluso con residuos”.
Experiencia en la comunidad rural de Los Pinos
El proyecto en Los Pinos consiste en una Unidad demostrativa de Producción de Biogás, el cual comenzó hace unos años en esta comunidad rural con el financiamiento del Instituto alemán Wuppertal. En la actualidad, el biodigestor está terminado. No obstante, antes de ponerse en funcionamiento se debe decidir el destino del biogás y del digerido, un subproducto de la producción del biogás que podría acondicionarse para su utilización como fertilizante. Al mismo tiempo, se encuentran a la espera de la creación de un marco legal para su funcionamiento, dado que las legislaciones vigentes no contemplan proyectos de este tipo.
¿Por qué se eligió Los Pinos para el desarrollo de la iniciativa? Mercedes Echarte describió: “En el caso de Los Pinos hay una situación que es una combinación de contaminación por producción primaria en el ejido periurbano. Me refiero a contaminación por generación de residuos de forma concentrada. Y, por otra parte, como la mayor parte de los pueblos rurales de nuestro país, tenés una comunidad que padece de dificultades de acceso a la energía. En los pueblos muy chicos o que están alejados de los centros urbanos, las redes de gas no llegan. No es viable económicamente, no es factible tender una red de gas para hacer una red de distribución, y la conexión eléctrica es mala”.
Respecto a los beneficios del proceso, sostuvo que “poder desarrollar la producción de biogás en un pueblo rural, de manera comunitaria como la estamos planteando en Los Pinos, contribuirá a la vez a mitigar la contaminación y a generar energía”. En este marco, reconoció: “El desafío está primero en lograr que un sistema de producción comunitaria funcione. Ahí hay toda una cuestión de idiosincrasia, de educación, de anteponer los objetivos comunes a los personales. Hay todo un trabajo social que tiene que acompañar el proyecto. Y, por otro lado, hay unos cuantos vacíos legales que nos ha tocado enfrentar. El proyecto tiene como objetivo distribuir biogás directamente para consumo. Sabemos que es la forma más eficiente de usar el biogás, pero, sin embargo, no existen antecedentes de redes de distribución de gas. Estamos trabajando con ENARGAS y con BAGSA para darle a esto un marco legal, que además después permita replicar la experiencia, porque si nos va bárbaro en Los Pinos, pero no tenemos herramientas para que otros pueblos rurales que tienen los mismo problemas puedan aplicar este mismo modelo, es como un proyecto de alcance muy limitado”.
“Desde el principio venimos trabajando con gente de Economía Social y Solidaria de la Universidad Nacional de Mar del Plata, con gente de ingeniería de la universidad. Ahora se sumó la gente de Buenos Aires Gas SA (BAGSA), una empresa público-privada que toma todo lo que sea distribución de redes independientes en la provincia, y me ha parecido muy fructífero lo poco que hemos estado trabajando. Ellos están interesados en el biogás como combustible”, agregó en relación a distintos grupos e instituciones que participan de la iniciativa. Además, advirtió: «Éste es un proyecto modesto porque es un biodigestor que no es muy grande, que va a tener una capacidad limitada para prestar un servicio de distribución, pero era una manera de empezar. Estamos un poco trabados por cuestiones presupuestarias, pero estamos en la búsqueda de la solución”.
En cuanto a las características del biogás que se produciría a partir de este proyecto, Echarte explicó: “No es nuestra intención en Los Pinos llevar el biogás a metano, que eso sería transformarlo en el mismo gas que el gas de red, pero la idea es enriquecerlo en metano para que lo que llegue a los domicilios sea de la mejor calidad posible a un costo razonable. En el biogás, la mezcla de gases tiene entre un 50 % y un 70 % de metano. Es lo que vemos en nuestras pruebas en INTA. El gas que recibimos quienes estamos conectados a la red de gas tiene un 98 % aproximadamente. O sea, tenemos una proporción de otros gases, mayormente dióxido de carbono, que no son combustibles, que no sirven a los fines de generar calor. Si nosotros queremos equiparar el biogás al gas domiciliario de red actual tendríamos que llevarlo al 98 % de metano”. También mencionó que además de metano y dióxido de carbono, el biogás contiene ácido sulfhídrico, que “está prohibido mandar a domicilio por ley de ENARGAS” y que “hay que eliminarlo porque es tóxico y corrosivo”.
Por otra parte, en relación al subproducto que se genera durante la producción de gas, la investigadora afirmó que se trata de “un barro que se conoce con el nombre de digerido, que tiene propiedades fertilizantes muy interesantes”. “Estamos haciendo investigaciones sobre eso en INTA. Antes de darle el encendido al proceso, tenés que tener en claro a dónde va a ir el biogás y a dónde va a ir ese digerido. De la materia orgánica que cargás en el biodigestor, no toda se termina de digerir. Una parte se transforma en el biogás y otra parte queda en un medio líquido que contiene todavía bacterias, que contiene todavía un poco de materia orgánica, pero que sobre todo es bastante rico en nitrógeno y fósforo, y por eso tiene mucho interés agronómico. Pero para poder usarlo con fines agronómicos hay que acondicionarlo de alguna manera. Entonces, hasta tanto no tengamos terminado el destino del biogás y la forma de acondicionar el digerido, no podemos iniciar la operación, porque si no tenés eso muy en claro, el impacto ambiental de lo que vas a hacer puede darte no tan bien como se espera”, amplió.
Biogás en Argentina y el mundo
Por otro lado, Echarte afirmó que en el país “tenemos un montón de recursos biomásicos”. No obstante, desde su conocimiento, advirtió que son escasos los ejemplos de proyectos comunitarios de este tipo: “En Argentina, hasta hace dos o tres años no había ninguno”. En paralelo, indicó que supo de un proyecto parecido en India y que en Brasil “hay algunas experiencias interesantes de biogás comunitario”, aunque con un modelo diferente. En tanto, comentó que con el programa RenovAr, en Argentina “ha habido una pequeña explosión de proyectos de instalación de biodigestores”. “La mayor parte de ellos los van a utilizar para generar energía eléctrica. No es nuestro objetivo. El plan RenovAr aspira a generar energía eléctrica en forma renovable. El biogás, de acuerdo a estos proyectos, es el vector para transformar la biomasa en energía eléctrica. Para eso hacen falta instalaciones mucho más costosas que las que nosotros proponemos y que persiguen otro fin: mejorar de alguna manera la ganancia de una empresa”, remarcó.
Sobre el desarrollo del biogás en Europa, destacó: “En Alemania lo que tienen hecho en tecnología de base es increíble. En Suecia alimentan la flota de transporte público con biogás comprimido. En Europa el desarrollo del biogás es tremendo”.
Aún resta transitar un trayecto para la producción de biogás en Los Pinos. Un proyecto que, según sus impulsores, traería un impacto positivo a partir de la generación de energía y de la producción de un subproducto que podría emplearse como fertilizante. Se trata de una iniciativa novedosa en Argentina que, de concretar su objetivo, podría replicarse y beneficiar a distintas comunidades rurales del país.
Foto principal: CONICET Mar del Plata.