Aquí nomás, frente a las playas del partido de General Pueyrredón, existen arrecifes que albergan una gran diversidad de especies marinas. Un grupo de biólogos estudia estos hábitats poco descritos y sus cambios en el tiempo.
Por Agustín Casa / Follow @Agustin_Casa
Cuando uno lee o escucha información vinculada a los arrecifes, enseguida piensa en las playas paradisíacas del Caribe o en la Gran Barrera de Coral, ubicada frente a las costas de Australia. Sin embargo, los arrecifes están más cerca de lo imaginado. “La costa de Mar del Plata está llena de arrecifes rocosos”, afirma el biólogo e investigador del CONICET Gabriel Genzano.
Allí habita una biodiversidad con llamativos colores y formas como se suele ver en videos o fotografías de arrecifes caribeños. “Cuando mostramos fotos, la gente dice: ‘¿Eso es Mar del Plata? ’ Sí, eso está un par de millas mar adentro”, cuenta a Citecus Genzano, quien forma parte del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC), de la Universidad Nacional de Mar del Plata y el CONICET.
Mientras que los arrecifes de coral son formados por corales –pequeños organismos invertebrados que habitan en el fondo marino y segregan un pequeño esqueleto de calcio que se torna una piedra dura–, los arrecifes que se pueden observar en la costa de Mar del Plata son formados por rocas. “El término arrecife es aplicable a cualquier sustrato duro que se eleva sobre el fondo marino”, resalta Genzano.
Conocidos aquí con otras denominaciones, como restingas y bancos de piedra, los arrecifes rocosos son un rasgo característico de la costa del partido de General Pueyrredón. Las restingas son arrecifes de roca ubicados a poca profundidad, a 10 o 12 metros aproximadamente. En tanto, los bancos son arrecifes que se presentan a unos 20 a 25 metros de profundidad. Estas rocas, donde se fija la vida, son las últimas manifestaciones del sistema de Tandilia.
¿Qué lugar ocupan los arrecifes en la inmensidad de los océanos? “El 90 % del fondo marino es arena o fango (sustrato blando). Apenas un 10 % es sustrato duro, tipo rocoso. Ahora, de forma paradójica, el 90 % de la diversidad marina está en esos fondos duros, no en los fondos blandos. O sea, son fondos muy escasos, si se considera la extensión de los océanos, pero que concentran la mayor parte de la vida. Hay una diversidad enorme para ser estudiada. Y acá en Mar del Plata no se les había prestado mucha atención”, explica Genzano.
El biólogo marplatense y su equipo llevan años dedicados al estudio de estos arrecifes naturales y han podido comprobar la gran diversidad de especies que habitan o visitan los arrecifes. Según sus primeros trabajos, han detectado entre 140 y 150 especies de invertebrados y al menos 22 especies de peces en los arrecifes de la costa marplatense. “Una biodiversidad increíble”, destaca. Además, se pueden sumar aves –como gaviotas, albatros, petreles y pingüinos– y mamíferos que visitan ocasionalmente los arrecifes, como lobos marinos, delfines y ballenas.
“Arriba de las rocas se fijan fundamentalmente mejillones. Sobre esos mejillones se encuentran algunas algas, hidroides, estrellas de mar y erizos. Y muchos gusanos, crustáceos y cangrejos. Por lo general, en esos arrecifes hay dos tipos de peces. Los que viven en los arrecifes, que se esconden, buscan cuevas y usan el hábitat de los arrecifes, como los meros, los turcos, los cocheritos o los salmones. Y hay otros que visitan esos arrecifes de forma estacional, como el besugo o el sargo, que cuando viene el invierno se alejan y se van a más profundidad. Después, cada tanto, hay visitas de cardúmenes gigantes que van a comer a los arrecifes, por ejemplo, de peces limón”, detalla el investigador.
Asimismo, los arrecifes rocosos presentan diversidad de hábitats, que incluyen piedras, elevaciones, paredes verticales, paredes extraplomadas, techos, cuevas y canaletas. En este sentido, Genzano reconoce que la mejor manera de estudiar estos hábitats es in situ, a partir de la observación, el muestreo y la toma de fotos y videos sobre estos lugares. Para ello, hacen buceo científico y cuentan con el soporte de buzos deportivos de la ciudad.
Arrecifes naturales y artificiales
Además de los mencionados arrecifes rocosos naturales, en la costa marplatense también se pueden encontrar arrecifes artificiales. “Si cualquier sustrato duro que se eleva en el fondo es un arrecife, un sustrato artificial es un arrecife artificial”, remarca Genzano.
¿Cómo se genera un arrecife artificial? “Cuando se tiran piedras para hacer un espigón, o hacer un puerto, se está construyendo un arrecife artificial. Cuando se hunde un barco por un accidente, ese barco después es un chaperío donde se fija la vida, un arrecife artificial. O cuando se hunde un barco abandonado para hacer un parque submarino, y así motivar la práctica de buceo, también se genera un arrecife artificial”, explica.
En este punto, la costa de Mar del Plata presenta una gran variedad de arrecifes. “Mar del Plata reúne todo. Tiene arrecifes naturales rocosos, arrecifes artificiales como el puerto, arrecifes artificiales por la presencia de barcos que se hundieron en la primera mitad del siglo XX y barcos abandonados hundidos para hacer parques”, agrega Genzano.
Según los estudios que realiza Genzano y su equipo, en la costa marplatense han observado que en los arrecifes artificiales se forma vida como en los arrecifes naturales. De esta manera, un arrecife artificial a poca profundidad presenta la vida que habita en las restingas, y uno ubicado a mayor profundidad presenta la vida que habita en los bancos rocosos.
“Estudiamos el naufragio de un barco inglés que se hundió en 1949 y pudimos ver que la vida que había en ese barco era similar a la de un arrecife natural. Después, buscamos un barco que se hundió en 1981, lo encontramos 30 años después del hundimiento, y vimos que la vida que se formaba ahí era similar a la comunidad natural. Pero lo que no sabíamos era cuánto tardaba en conformarse esa comunidad, porque nunca habíamos podido seguir un barco desde el momento del hundimiento”, reconoce.
Frente al Faro de Punta Mogotes se ubica el Parque Submarino Cristo Rey, que se creó en 1981 a partir del hundimiento del barco homónimo con el objetivo de fomentar la práctica de buceo deportivo. En 2014, el parque fue ampliado con el hundimiento del barco Khronometer, de 84,7 metros de eslora, y se proyecta sumar alguno más.
Justamente, la incorporación del Khronometer al parque submarino les dio la posibilidad, a Gabriel Genzano y su grupo, de observar el tiempo que transcurre hasta que un arrecife artificial se recubre de vida marina como un arrecife natural.
Unos tres meses después del hundimiento, encontraron que cerca del 60 % del barco estaba cubierto de vida. Y a los 3 años, detectaron que el Khronometer ya tenía las mismas comunidades que habitaban en el barco Cristo Rey, hundido en 1981. “En el transcurso de 3 años, el barco ya estaba todo cubierto de vida, similar a la que hay en un arrecife natural”, añade Genzano. Los resultados de este estudio fueron publicados en 2018 en la revista especializada Marine Ecology.
El foco en los arrecifes
Un grupo de biólogos, buzos deportivos y colaboradores llevan a adelante el proyecto BIODA –en referencia a biodiversidad de arrecifes– que integra tres patas vinculadas al conocimiento científico relacionado a los arrecifes de la costa marplatense: investigación, divulgación y tareas de extensión. La iniciativa nació con el fin de “estudiar todas las comunidades que hay en los arrecifes, ver qué se forma en un arrecife natural y qué se forma en un arrecife artificial, y cuán parecidas son las comunidades”, cuenta Genzano, uno de los referentes del proyecto. Sus integrantes también llevan adelante diversas actividades que incluyen charlas, conferencias, cursos y contenido divulgativo, entre otras.
“Frente a nuestras narices, teníamos un montón de arrecifes donde no sabíamos bien qué vida había. Se sabía muy poco de eso. La posibilidad de hundir nuevos barcos nos ponía en una disyuntiva. Vamos a hundir barcos, pero no tenemos idea de lo que hay en los barcos que ya están hundidos. Entonces, eso nos motivó a hacer este proyecto”, recuerda sobre el origen de esta iniciativa que conjuga ciencia, deporte y naturaleza.
Entre los integrantes del grupo, hay instructores de la escuela de buceo Thalassa, quienes proveen la estructura necesaria para llevar a cabo las “campañas submarinas”, como botes, equipos de buceo y GPS. Además, los buzos deportivos realizan un valioso aporte de fotografías y filmaciones de la diversidad marina.
“Los buzos sacan fotos y alimentan de información a los científicos. Muchas de las cosas que hacemos, no serían posibles si no fuera por los buzos de Thalassa que nos ayudan muchísimo”, comenta el biólogo.
Deporte extremo y ciencia
Las “campañas submarinas”, mediante la práctica de buceo, tienen un gran valor para el conocimiento de la biodiversidad de los océanos. Esa inmersión en el ambiente marino es clave para contemplar los hábitats en primera persona, realizar muestras, tomar fotos y hacer filmaciones.
El equipo de BIODA ya realizó la etapa de muestreo y recolección de organismos que habitan en los arrecifes, y su posterior observación en el laboratorio. En la actualidad, están abocados a la caracterización de las comunidades marinas gracias al gran volumen de filmaciones disponibles, tanto de sus campañas como del aporte de los buzos de la escuela Thalassa.
“Tenemos una cantidad de información increíble, al nivel que en este momento estamos catalogando fotos y videos desde el año 2000 en adelante. Tenemos 21 años de filmaciones y fotos”, indica Genzano. Esto no sólo es importante por el volumen de material, sino por el lapso de tiempo que abarca este material fílmico.
“Para poder estudiar un cambio, tenés que saber qué había antes”, subraya el biólogo. Ese material será de gran utilidad para estudiar cambios en los ambientes marinos y, en particular, en los arrecifes de nuestras costas.
Quizás algún día, al ver imágenes de un arrecife –como las que acompañan esta nota–, las referencias inequívocas no sean el Caribe o las costas de Australia. Y esas fotos sean contempladas por la belleza de la diversidad biológica de los arrecifes de la costa marplatense.
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