Cada 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Según la ONU, en el mundo actualmente menos del 30 % de las personas en investigación científica son mujeres. ¿Cuál es la situación en Argentina y en Mar del Plata?¿Qué papel tienen las mujeres en la ciencia y cómo se hacen lugar día a día en un ámbito históricamente acaparado y conducido por varones?
Por Araceli Achkar
El Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en una resolución aprobada el 22 de diciembre de 2015 con el objetivo de visibilizar el rol determinante de las mujeres y niñas en la ciencia y la tecnología, y así favorecer su participación plena en estas áreas y alcanzar la igualdad de género.
La brecha entre hombres y mujeres en los sectores de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas es una realidad que se sostiene en el tiempo. Según la UNESCO, a nivel global, entre 2014 y 2016 sólo el 30 % de todas las estudiantes eligieron realizar estudios superiores en los campos anteriormente mencionados. Además, un 3 % de la matrícula en tecnología de la información y las comunicaciones estaba compuesta por mujeres, un 5% en ciencias naturales, matemáticas y estadística, y un 8 % en ingeniería, manufactura y construcción.
¿Qué pasa en nuestro país?
Según una investigación de noviembre de 2020 realizada por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), que fue presentada durante la última edición del Premio Nacional L’Oréal-UNESCO, solamente un 25 % de las mujeres alcanzaban la categoría de investigadora superior en el CONICET, a pesar de representar el 61,3 % del total de investigadores.
En esta misma línea, del Diagnóstico sobre la situación de las mujeres en Ciencia y Tecnología publicado en febrero de 2021 por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, e Innovación de la Nación, se desprende que para 2020 el 89 % de los rectores universitarios de nuestro país eran varones, así como el 70 % de los vicerrectores y el 54 % de los secretarios de Ciencia y Tecnología. Las mujeres constituían el 59 % del total al frente de las Secretarías Académicas.
De acuerdo a las estadísticas elaboradas por el Ministerio, desde 2015 la mayoría de las personas que investigan en nuestro país son mujeres. Sin embargo, acceden en menor medida con respecto a los varones a las categorías más altas de investigación. Además, se sigue detectando la segregación horizontal o por disciplina en algunos campos del conocimiento. Es decir, las mujeres están subrepresentadas en ingenierías, ciencias agrícolas, ciencias naturales y exactas, y el área de tecnología.
Otro dato no menor es que, si bien en 2018 las mujeres fueron merecedoras del 60 % del total de las becas financiadas por CONICET, aquellas investigadoras al frente de proyectos científicos recibieron, en promedio, un 25 % menos de recursos que colegas varones en la misma situación.
A pesar de estos números, del informe The researcher journey through a gender lens de junio de 2020 a nivel global de Elsevier (la principal editorial de literatura científica del mundo) se desprende que Argentina es el país con mayor protagonismo de mujeres en la investigación (51 % de mujeres frente a un 49 % de hombres). Durante el período 2014-2018, por cada 104 mujeres autoras había 100 varones.
Científicas de acá
El proyecto de comunicación de la ciencia con perspectiva de género que lleva este nombre está conformado por Julieta Alcain, Valeria Edelsztein, Julieta Elffman y Carolina Hadad, cuatro autoras provenientes de campos tan diversos como la biología, la química, la comunicación y las tecnologías de la información. Su objetivo es “construir un imaginario de mundos posibles en los que las mujeres podamos proyectarnos haciendo ciencia” y por ello destacan que es “importante mostrar que las científicas argentinas trabajan mucho y bien, contra injusticias, dificultades y arbitrariedades. Que descubren y desarrollan, investigan y describen, piensan y hacen, aunque generalmente las conozcamos menos que a sus colegas varones”. Su trabajo puede verse en Twitter, Instagram, Facebook y en su sitio web.
Voces que suenan fuerte
Vera Álvarez es doctora en Ciencia de Materiales, profesora de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) e investigadora principal de CONICET en el Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA). Asimismo, es subsecretaria de Vinculación y Transferencia Tecnológica de la UNMDP. Ha recibido, entre muchas otras distinciones, el Premio Nacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” 2020. En diálogo con Citecus, Álvarez afirma: “Las mujeres hemos ganado muchos espacios en el ámbito científico en los últimos años. Particularmente en Argentina los avances han sido muy significativos. Por ejemplo, en el CONICET aproximadamente el 52 % de las y los investigadores son mujeres, cuando a nivel mundial el promedio ronda el 30 %, y hay países en los que este porcentaje es significativamente menor. Este crecimiento ha sido visible en todas las áreas del conocimiento”. Agrega además que “el crecimiento de la cantidad de mujeres investigadoras se relaciona fuertemente con una política pública, como así también con ciertos derechos adquiridos (tales como la licencia por maternidad para las becarias, por ejemplo), y legislación de protocolos en casos de violencia de género en diferentes instituciones”.
Por su parte, Graciela Salerno, profesora emérita de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNMDP e investigadora Superior del CONICET en la Fundación para Investigaciones Biológicas Aplicadas de Mar del Plata (FIBA), expresa que “en la actualidad las mujeres hemos logrado más espacios en la sociedad en general y más reconocimiento en los ámbitos científicos. Hemos demostrado que somos capaces, y que podemos hacer aportes significativos a la ciencia y a la tecnología. Sin embargo, queda mucho camino por recorrer. En ciencia, no se trata de dar ‘cupos’ para las mujeres, sino que tenemos que tener las mismas oportunidades para ‘crecer’ científicamente. Y hay todavía diferencias notables, que suelen ser más evidentes después de completar un doctorado”. También aporta al debate sobre la compatibilización de los tiempos del trabajo y de la crianza para aquellas mujeres que deciden ser madres: ”Muchas veces se superpone esta etapa con el momento en que hacen sus posgrados en el exterior, período importantísimo para adquirir conocimientos, relacionarse con otros investigadores, asistir a congresos internacionales, etc. El no poder cumplir esta etapa, pone a las mujeres en desventaja en cuanto a su progreso en la carrera científica”.
El caso de Mar del Plata
Vera Álvarez explica que en la ciudad, tanto en la Universidad Nacional como en el CONICET, el número de investigadoras mujeres es alto. No obstante, la situación a nivel nacional se reproduce en Mar del Plata: hay un gran número de mujeres involucradas en la ciencia y en la tecnología, pero muy pocas en cargos de toma de decisiones. Detalla que “las directoras de proyectos de investigación son mayoritariamente mujeres (más del 60 %), quienes dirigen un gran número de grupos de investigación en las diferentes Unidades Académicas de la UNMDP. Los directores de Institutos de Investigación de nuestra ciudad son mayoritariamente varones, con representación de mujeres en la vicedirección de varios institutos. Si bien el rector y el vicerector son hombres (la UNMDP no ha tenido hasta el día de hoy ninguna rectora mujer), varios de los cargos de gestión relevantes (como por ejemplo la Secretaría de Ciencia y Técnica) son ocupados por mujeres”.
También Salerno destaca que, en Mar del Plata, tanto en la Universidad Nacional como en el CONICET hay numerosos ejemplos de destacadas científicas y mujeres al frente de grupos de investigación. Pero aún así “hay temas no resueltos para las jóvenes investigadoras-madres, y es contar con guarderías, jardines de infantes y colegios de doble escolaridad accesibles. La Universidad cuenta con un jardín maternal/guardería en las inmediaciones del complejo universitario, y también en la Facultad de Ciencias Agrarias, hay una guardería para niños pequeños. Pero no es para nada suficiente”.
Las capas más visibles de la desigualdad
Del análisis de los datos se desprende que la desigualdad en el ámbito científico entre hombres y mujeres se da tanto a nivel nacional como local: las mujeres tienen menor participación en puestos de mayor jerarquía.
En palabras de Álvarez, “a pesar de que se han conseguido muchos derechos, el modelo de investigador científico sigue siendo fuertemente androcéntrico. Por un lado, muchas mujeres han tenido que enfrentar prejuicios sexistas de sus colegas (tanto hombres como mujeres, ya que es importante resaltar que el machismo se ve expresado tanto en hombres como en mujeres). Por otro lado, el recorrido científico típico se asocia a un varón que carece de responsabilidades en el hogar. Esto puede llevar a tomar decisiones en la vida personal que difieren de las deseadas, por ejemplo, retrasar la maternidad o tener menos hijos o hijas, por los efectos que esto puede producir en la producción científica, manera tradicional de evaluar a las y los investigadores”.
En esta línea, Salerno aporta que “la carrera es muy demandante en tiempo y energía. Las mujeres tenemos que compatibilizar nuestra vida familiar (en la que aún recaen sobre nosotras más tareas) con las múltiples actividades del quehacer científico que requieren mucha concentración (experimentos en el laboratorio, formación de recursos humanos, lectura de trabajos, escritura de proyectos y publicaciones, docencia universitaria, etc) y no morir en el intento”.
Las niñas al frente
Esta fecha, instaurada por la ONU, busca también concientizar sobre la importancia de las niñas en el ámbito de las ciencias. Lo cual resultará determinante para que, el día de mañana, puedan desempeñarse en este campo y cambiar paulatinamente la realidad desigual.
En palabras de Salerno, “la manera de estimular la incorporación de niñas a la ciencia es a través de generar actividades, acciones, programas dirigidos a la comunidad para que se logre percibir la presencia de una mujer ‘haciendo ciencia’, como algo familiar y habitual. Es decir, lograr que la ciencia o los científicos se asocien tanto a varones como a mujeres. Organismos gubernamentales y no gubernamentales deberían apoyar proyectos que fomenten este objetivo, y debería ser un apoyo continuo”.
Para que los cambios se generen, es necesario también dejar a un lado los estereotipos de género y crear así las condiciones para que las niñas puedan fomentar su autoestima, imaginarse y proyectarse en ámbitos científicos. En esta línea, desde “Científicas de acá” manifiestan que “parte de la exclusión de las niñas, las mujeres, las feminidades y las personas que se identifican con el género femenino en la ciencia, tiene que ver con la vieja cuestión de los estereotipos de género. Hay muchos estudios al respecto de que las mujeres nos percibimos igual de inteligentes que los varones cuando somos pequeñas, pero en algún momento, que en general coincide con el principio de la escolarización, esa autopercepción empieza a cambiar. Las niñas empiezan a decir que los varones son más inteligentes, empiezan a identificarse con modelos que les transmite la sociedad sobre qué son las mujeres, qué son los varones, qué le puede interesar a una mujer y qué a un varón, con qué puede jugar una nena y con qué un nene”. Desde este proyecto consideran que hay tres maneras de incorporar a las niñas a la ciencia: invitarlas a jugar, pues los juegos no tienen género; visibilizar que hay mujeres en la ciencia; y terminar con los estereotipos para que todas sepan que no tienen por qué quedarse afuera de ninguna actividad o disciplina.
Para Álvarez, hay diversas maneras de fomentar la participación de las niñas en la ciencia, entre ellas destaca:
- “Difundir el papel de las mujeres científicas: las niñas necesitan referentes de mujeres científicas. La mayoría de los ejemplos de científicos reconocidos son varones, aunque esto no refleje la realidad. Que los libros de texto no estén poblados solo de ejemplos masculinos. Es positivo hablarles de mujeres que han contribuido a la ciencia (como Marie Curie o Jane Goodall), y que pueden servir de referencia a las pequeñas futuras científicas.
- Romper con cualquier estereotipo tanto en las casas como en las escuelas. A veces, los propios padres y madres, sin darnos cuenta, perpetuamos algunos de los estereotipos que tanto detestamos.
- Hablar sobre las matemáticas y las ingenierías. Hay que intentar desterrar la idea de que matemática, física, química, etc., son aburridas y muy difíciles. Si se enseñan desde otro punto de vista (principalmente desde el juego, la resolución de problemas, etc) pueden ser divertidas y fascinantes. Hay juegos y cuentos de ciencia y experimentos que hacen el aprendizaje mucho más divertido.
- Poner en práctica la ciencia, y la tecnología en el día a día, con cosas que nos rodean. Promover el descubrimiento, la creatividad e innovación en niñas. Las niñas son curiosas por naturaleza, les gusta investigar. Tenemos que tratar (en las casas y las escuelas) de no apagar esa chispa de interés que nace con ellas.
- Fomentar la autoconfianza en las niñas. Muchas a las que les interesa la ciencia, no siguen carreras de este tipo porque consideran que son ‘malas’ en matemáticas y otras carreras afines. Es por ello que es muy importante generar autoconfianza en las niñas”.
Reflexiones para este día
En una fecha que busca concientizar sobre la importancia del papel de las mujeres y las niñas en la ciencia en pos de alcanzar la igualdad de género, las científicas aportan sus reflexiones.
Graciela Salerno considera que “una no nace científica, son los estímulos que recibís de niña, el desarrollo de la curiosidad, el placer de la observación, el disfrute de la deducción y la invención que te llevan a elegir una actividad que luego te apasiona, te divierte y te estimula para seguir, y no te jubila el calendario. Le encuentro un paralelismo con los artistas, de todos los géneros”.
Desde “Científicas de acá” aseguran que “en la historia de las disciplinas científicas, si no hablamos de las mujeres que las atravesaron, es una historia incompleta, es una historia fragmentada, es una historia que no termina de reflejar esta diversidad. Si no hay mujeres, la historia de la ciencia y la tecnología es una historia incompleta y por eso necesitamos hablar sobre ellas. Si no hay mujeres en ciencia y tecnología, no hay personas que se hagan preguntas sobre algunas cuestiones que nos atraviesan a las mujeres. Básicamente, en un sistema científico dominado por varones blancos, heterosexuales, con miradas hegemónicas. Los problemas de las mujeres y de otras identidades de género no se convierten en objetos de estudio. Quedamos invisibilizadas, no sólo como científicas, sino también los temas que nos atraviesan quedan invisibilizados. Entonces, como la investigación científica es la búsqueda de respuestas, necesitamos que exista en la investigación científica una representación de la diversidad, porque desde las diferentes perspectivas surgen nuevas preguntas que la ciencia tiene que encargarse de responder”.
Para concluir, en palabras de Vera Álvarez: “A todas las niñas y mujeres que quieren ser científicas yo les quiero decir que si es su sueño pueden lograrlo, que no escuchen a quienes les digan que no se puede, que no bajen los brazos, que hay obstáculos como en todo desafío, pero que si se hace con pasión se pueden conseguir cosas increíbles trabajando en equipo y con posibilidades concretas de hacer un aporte a nuestra sociedad”.
¡Muy interesantes conceptos y conocimientos en este importante tema de las MUJERES Y LAD NIÑAS en el desempeño de las CIENCIAS. ¡¡Felicitaciones por la nota Araceli Aschkar!!
Que importante es generar conciencia de la desigualdad en todos los campos y considero muy relevante visibilizar esta problemática en las ciencias. Interesante el dato de que no hay mujeres en la toma de desiciones.
Felicitaciones!