En el marco de su presentación en la Feria del Libro de Mar del Plata, Guillermo Martínez dialogó con Citecus sobre diferentes dimensiones de su novela reciente y describió la convivencia entre el discurso literario y el discurso matemático.
Por Agustín Casa.
Números, fórmulas, palabras. Guillermo Martínez es doctor en Matemáticas y escritor. En sus textos, como en su vida, conviven literatura y matemática.
Su obra incluye novelas, cuentos y libros de ensayos como Borges y las matemáticas (Seix Barral, 2003), donde analiza los elementos de las matemáticas que aparecen en la obra de Jorge Luis Borges, uno de los escritores predilectos de la comunidad científica.
Las referencias a Borges son inevitables. Como señala el propio Martínez, en su última novela Los crímenes de Alicia (Destino, 2019) introdujo lo que él llamó la línea Pierre Menard, en relación al cuento borgeano Pierre Menard, autor del Quijote.
El escritor bahiense visitó la Feria del Libro Mar del Plata Puerto de Lectura, donde el último viernes presentó la flamante producción, con la cual ganó a principio de año el Premio Nadal de novela 2019 en Barcelona (España). La novela da continuidad a Crímenes imperceptibles (Planeta, 2003), que tuvo su versión cinematográfica bajo el título Los crímenes de Oxford, con la dirección de Álex de la Iglesia y las actuaciones de John Hurt y Elijah Wood.
En diálogo con Citecus, Martínez habló de su última novela y reflexionó sobre la convivencia entre el discurso científico y el discurso literario.
-¿Cómo intentaste darle continuidad a Crímenes imperceptibles con Los Crímenes de Alicia?
-Tuvo que ver con que encontré un tema casi inesperadamente hace unos diez años. Me habían encargado un prólogo para un libro de lógica de Lewis Carrol, Lógica sin pena, y, al revisar un poco la biografía de Carrol, me encontré con que él escribió a lo largo de su vida sus diarios íntimos en trece cuadernos que quedaron en manos de unas sobrinas-nietas muy religiosas. Y estas mujeres arrancaron varias páginas porque pensaban que había cuestiones que comprometían la imagen que ellas querían dejar del tío legendario. Pero, justamente por un remordimiento, dejaron un apunte de lo que había en cada página en un pedazo de papel y ese papel apareció en el año 94. Todo esto es verídico. Dado que Carrol era lógico-matemático, también escritor y le preocupaban algunos temas de filosofía del lenguaje, todas cuestiones que también me interesan a mí, pensé en la posibilidad de hacer una novela policial que tuviera algo así como un segundo enigma relacionado con la biografía de Carrol. Imaginé una hermandad de biógrafos, este papel aparece, tal como apareció en el año 94, y ese año se corresponde con el año en que terminaba mi novela anterior. Entonces, decidí revivir a la dupla de protagonistas de Crímenes imperceptibles y escribir una segunda novela en clave de lógica, filosofía y crimen.
-En este novela, ¿se puede hablar de dimensiones pensadas desde una arista matemática o lógica?
-No es necesario recurrir a la matemática para percibir que en las novelas suficientemente complejas hay varios niveles de lectura y se puede hablar naturalmente de dimensión. Después de todo, la idea de dimensión en matemática proviene de cuestiones que aparecen primero en la vida real. O sea, es una abstracción de la idea de distintos niveles, de niveles que son relativamente independientes. En esta novela creo que hay dos o tres niveles. Uno que tiene que ver con experimentos mentales alrededor de la filosofía del lenguaje, como el experimento de Quain que se menciona y que curiosamente también alude a un conejo blanco como el de Alicia. Algunas ideas matemáticas como la de las tazas de té, que quise que resonaran con la escena famosa de las tazas de té de Alicia. Y algunos crímenes que aluden a escenas icónicas del libro Alicia en el país de las Maravillas. Está por un lado la biografía de Carrol, el libro de Alicia, las soluciones a la novela policial a través de varias referencias a novelas policiales que para mí fueron muy importantes, y también hay alguna alusión a la novela Los papeles de Aspern (Henry James) porque, al fin y al cabo, hay una novela que tiene que ver con hacerse de un papel que está en poder de una chica y la idea de la seducción para tratar de acceder a ese papel. Así que hay varias cuestiones que conviven dentro de la novela.
-¿Cómo conviven en este texto, y a lo largo de tu obra, el discurso literario y el discurso matemático?
-Es una cuestión interesante. Para mí un poco la gracia de estas novelas, y espero escribir una más en este mismo sentido, es la posibilidad de hacer jugar temas de lógica matemática, sobre todo en aquello que pone en jaque el sentido común. A mí me parece que ahí es donde está el punto de confluencia entre matemática y literatura. La gran literatura lo que hace es poner también en jaque el sentido común, lo que estamos acostumbrados a ver de cierta manera. Y también hay dentro de la lógica matemática, y de paradojas como las que yo trato de mostrar en mis libros, esa especie de reflexión sobre cuestiones que nos parecen que sabemos, pero apenas uno escarba un poco no las sabemos del todo.
-Asimismo, muchas veces se utilizan procedimientos literarios para la explicación y la enseñanza de determinadas teorías matemáticas.
-Exactamente. Estoy leyendo un libro de un marplatense, un libro extraordinario que se llama Colgados del lenguaje. Poesía en las ciencias de Osvaldo Picardo. Es un libro sobre lenguaje científico, ciencia y poesía. Él dice muchas cosas y hay un detalle que no alcanza del todo a decir, pero está sobrevolando y para mí es la clave. Es que la parte literaria en la ciencia también está en la formación de imágenes apropiadas. Por ejemplo, la imagen que se dio, la metáfora, para el bosón de Higgs, que es la idea de un político que irrumpe en una reunión y todas las personas van detrás de él. Es una idea muy visual. O la definición de compacidad en matemática. Es una idea que todos creemos tener de qué significa que algo sea compacto, pero qué pasa cuando tenés que llevarlo al lenguaje matemático. Entonces, la matemática toma, o la ciencia toma, analogías, metáforas, imágenes. Ésa es la operación típica de la literatura, pero después crea un sentido adicional al poder expresar mediante fórmulas, ir más allá del lenguaje natural y poder cuadrar esa imagen en una fórmula muy precisa. Yo creo que tanto la lógica como la matemática son extensiones de la filosofía por otros medios. Es una extensión en un lenguaje que ya no puede ser el de todos los días. No es la lucha por clarificar como a veces se cree. No es que el lenguaje de la ciencia esteriliza, abstrae, mata. Ésa es la forma vulgar de pensar el lenguaje científico como opuesto al lenguaje literario. El lenguaje científico tiene que decir cosas que son mucho más sutiles y más difíciles de apresar, y lo logra muchas veces. Entonces, eso es lo interesante, que crea sentido además. Muchas veces a partir de metáforas para una especie de primera explicación y luego hay que ir a la explicación técnica.