Dos científicos argentinos bautizaron a un anfibio prehistórico, pariente de las ranas y los sapos, con el nombre del arquero marplatense campeón del mundo. El fósil del animal fue hallado en la provincia de Mendoza y data del Plioceno temprano.
Por Agustín Casa / Follow @Agustin_Casa
Horas después de la consagración argentina en el mundial de fútbol de Qatar 2022, los científicos Guillermo Turazzini y Raúl Gómez tenían previsto el envío de su nuevo trabajo científico a una revista internacional.
Cuando parecía que el paper ya estaba finalizado, a Turazzini se le ocurrió una idea en plena fiebre mundialista. Le propuso a su compañero que la nueva especie de escuerzo descrita en el trabajo llevara el nombre del arquero marplatense “Dibu” Martínez, en homenaje al héroe de la final y una de las figuras argentinas en la selección campeona del mundo.
Ambos coincidieron en esa propuesta y el 20 de diciembre, dos días después de la final de mundo, enviaron el trabajo científico en el que describen a la nueva especie de escuerzo: Lepidobatrachus dibumartinez sp. nov.
“Respaldamos 100 % esa idea porque se lo re merece”, cuenta a Citecus Turazzini, doctor de la UBA, paleontólogo y becario posdoctoral del CONICET en el Instituto de Geociencias Básicas, Aplicadas y Ambientales de Buenas Aires (IGEBA), de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y del CONICET. El trabajo fue publicado el 30 de mayo en la revista Journal of Vertebrate Paleontology.
Este fósil de escuerzo fue hallado en 2015 y lo han estudiado desde entonces, aunque no había recibido nombre. “En una publicación que sacamos Raúl Gómez y yo en 2021, hicimos un análisis filogenético. Es decir, un análisis de las relaciones de parentesco entre todos los escuerzos actuales y los restos fósiles que se conocen de la familia. En ese análisis ya habíamos incluido a ´Dibu´ Martínez, pero no lo habíamos nombrado. A raíz de ese análisis, encontramos un montón de características que lo hacían único y que claramente nos decía que era una especie nueva”, señala el paleontólogo.
El hallazgo se produjo en el marco de campañas paleontológicas que se realizan desde hace más de diez años en las Huayquerías de Mendoza, un sitio centenario en materia de paleontología, donde los primeros fósiles fueron colectados hacia 1911, según relata el investigador.
Como se trata de una zona con dificultades de acceso -ubicada al este de la provincia-, durante cerca de un siglo hubo pocas campañas en búsqueda de nuevos registros fósiles. Pero en la última década se retomaron los proyectos para conocer el pasado de esa región.
En esta línea, Turazzini señala: “Hace diez años, un grupo de paleontólogos y geólogos emprendimos la tarea de hacer prospección y de colectar fósiles para poder estudiar bien la fauna de las Huayquerías, que es una fauna muy característica de edad Mioceno tardío. En la zona no solo se encuentran fósiles de esa edad, sino que también hay fósiles de edad Plioceno temprano. Y es dentro de esta edad que se encontró el fósil de Lepidobatrachus dibumartinez sp. nov.”
En 2014, el equipo ya había encontrado en rocas de edad miocena el resto de un cráneo que sospechaban que pertenecía a ese grupo y se trató del primer registro fósil de un anuro -grupo que reúne a sapos, ranas y escuerzos- en esa zona. En tanto, en 2015 hallaron un esqueleto articulado de escuerzo con un muy bien estado de conservación y cuyo estudio derivó en el nombramiento de “Dibu” Martínez a la especie. Los restos pertenecen al Plioceno temprano (entre 5.3 y 3.6 millones de años).
“Lo raro del hallazgo es que en diez años hemos recuperado más de 1.400 fósiles y de escuerzos únicamente dos restos”, confiesa el paleontólogo. Al mismo tiempo, resalta que “la importancia del hallazgo y del trabajo científico es poder comprender la evolución de este grupo del cual se tenía muy poco registro fósil”.
En este sentido, el paleontólogo cuenta que, del otro género de escuerzo, Ceratophrys, existe un registro muy importante y está estudiado. En cambio, de Lepidobatrachus el registro era muy escaso. Los restos de Lepidobatrachus dibumartinez sp. nov. son uno de los registros más antiguos y los más completo para el género.
Una de las características principales de este escuerzo prehistórico fue la que derivó en el nombre que lleva. Presenta un escudo de hueso en la espalda. Si bien es algo distintivo de su grupo, en este caso la forma y la composición lo distinguen de las otras especies de Lepidobatrachus.
“Al ser un escudo grande, en el momento lo que hice es la analogía entre lo que es el escudo defensivo de este escuerzo y lo que fue el ´Dibu´ para la selección argentina, funcionando como un escudo al defender el arco de la selección. Y eso está puesto en el trabajo, está explícitamente escrito así en la justificación del nombre”, comenta Turazzini.
El especialista señala que en la actualidad los escuerzos son depredadores como todos los anuros, y que, dentro de este grupo, los escuerzos son los más grandes y los más voraces.
“Tienen dientes afilados y bocas muy grandes, incluso para un anuro. El ancho máximo del cuerpo de estos animales es la boca. Y se los conoce por ser depredadores voraces. O sea, si la presa les entra en la boca, la comen. Pueden ser ratones, otros anuros, incluso hay canibalismo registrado. Y son tan voraces que hay registros de escuerzos que mueren ahogados tratando de comer algo que es más grande de lo que les entra en la boca”, detalla el paleontólogo.
El género Lepidobatrachus cuenta solo con tres especies vivientes, presentes en la región chaqueña. Y solo se conocen dos restos fósiles de este grupo. Uno hallado en el sur de la provincia de Buenos Aires y este llamado “Dibu” Martinez, descubierto en Mendoza.
Turazzini remarca que “el resto fósil encontrado en el sur de la provincia de Buenos Aires, y este nuevo encontrado en Mendoza, hablan de que en el pasado este género tenía una distribución mucho más amplia que la que tiene hoy en día” y añade que “al ser un grupo tan reducido, y con un registro fósil bastante escueto, nos da mucha evidencia que habla de la evolución del grupo”.
“La presencia en el sur de la provincia de Buenos Aires y en Mendoza no es fortuita, porque para esa edad en Sudamérica se estaba retirando lo que se llamó la ingresión del mar paranaense. Es decir, una ingresión marina donde básicamente la mitad de la Argentina se encontraba cubierta por un mar poco profundo, y lo que quedaba por arriba del nivel del mar en forma de islas eran distintas regiones como el sur de la provincia de Buenos Aires, partes de Córdoba y Mendoza”, explica.
En este sentido, Turazzini sostiene que no es casual que se hallan encontrado fósiles de distintas especies de escuerzo en esas zonas, porque eran lugares que habían quedado por encima del nivel del mar.
“Y lo que sospechamos es que esta ingresión del mar paranaense es lo que permitió la aparición de estas especies nuevas de escuerzos. Así que surgieron especies nuevas por el aislamiento que sufrieron al estar presente este mar. Una vez que se retira el mar, pudieron moverse un poco más libremente, dispersarse y llegar a las zonas que ocupan actualmente”, concluye.
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