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Un médico y científico argentino obtuvo un premio que también recibieron Leloir, Milstein y Favaloro

Se trata de José Belizán, investigador del CONICET en el Centro de Investigaciones en Epidemiología y Salud Pública. Fue reconocido con el Premio Internacional Gairdner de Canadá 2023 por sus aportes a la salud pública en temas de preeclampsia. Sus contribuciones evitan miles de muertes al año.

 

El investigador del CONICET del Centro de Investigaciones en Epidemiología y Salud Pública (de CONICET y el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria) y médico obstetra José Belizán ha sido galardonado con el prestigioso Premio Internacional Gairdner de Canadá 2023, en la categoría Salud Global. El mismo es otorgado a investigaciones con base científica que hayan mejorado la salud y el bienestar de quienes se enfrentan a desigualdades sanitarias en todo el mundo.

“Los Premios Gairdner de Canadá reconocen a los científicos/as biomédicos/as más creativos/as y destacados/as del mundo que hacen avanzar a la humanidad y al mundo”, según describe la web oficial de la Fundación Gairdner.

El reconocimiento a Belizán es “por el desarrollo de intervenciones globales innovadoras, basadas en evidencia y de bajo costo en la salud materno-infantil durante el período perinatal, mejorando el bienestar y la atención durante el embarazo, reduciendo la morbilidad y mortalidad, y promoviendo la equidad en poblaciones vulnerables”, destacó en sus fundamentos la Fundación Gairdner, con sede en Toronto, Canadá.

“Ha sido una gran satisfacción recibir este premio, ya que un jurado muy prestigioso refrenda en cierta manera investigaciones que hemos hecho en Argentina y Latinoamérica con énfasis en la búsqueda de equidad. Ello nos estimula a proseguir nuestras investigaciones y acciones para lograr la implementación a nivel global con énfasis en poblaciones de bajos recursos de las intervenciones con evidencia científica que hemos desarrollado”, expresa José Belizán.

El Premio Internacional Gairdner de Canadá se entrega desde 1959 y reconoce a “científicos y científicas de renombre mundial que hicieron contribuciones transformadoras a la investigación que impacta en la salud humana”. De los 460 ganadores y ganadoras, casi un cuarto (96) recibieron después el Nobel, por lo que, al igual que el Premio Lasker, se lo considera una especie de “anticipo” de quiénes tendrán el lauro.

Belizán es el séptimo ganador latinoamericano y el quinto argentino, después de los luego premiados con el Nobel Luis Federico Leloir y César Milstein, el cardiocirujano René Favaloro (creador de la técnica del bypass coronario) y el neurocientífico Alberto Aguayo (nacionalizado canadiense, pero nacido en Bahía Blanca). Los restantes ganadores de la región son el epidemiólogo brasileño César Victora (2017) y su colega colombiana Nubia Muñoz (2009).

La lista de ganadores anteriores incluye a Katalin Karikó y Drew Weissman, que desarrollaron la tecnología que permitió que existan las vacunas de ARN mensajero; a Anthony Fauci, el infectólogo que condujo la respuesta racional a la pandemia de COVID-19 en Estados Unidos; a Jennifer Doudna y Emmanuell Charpentier, que crearon la revolucionaria técnica de edición genética CRISPR; a Luc Montagnier y Robert Gallo, que descubrieron el VIH; a Shinya Yamanaka, que logró reprogramar células maduras de la piel para transformarlas en células similares a las embrionarias; a James Watson, Francis Crick y Craig Venter, padres de la genética moderna y del Proyecto Genoma Humano; y a Stanley Prusiner, que descubrió las insólitas proteínas infectivas o “priones”, entre muchas otras luminarias de la ciencia.

Razones de la distinción

Belizán, quien también integra el Laboratorio de Biología Ósea de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), se ha desempeñado en cuatro países de la región y ha centrado su trabajo en la investigación aplicada en la salud durante el embarazo.

Uno de sus principales aportes a la salud pública proviene de una observación que realizó hace más de 40 años, cuando, exiliado con su familia durante la última dictadura argentina, trabajaba en el Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá (INCAP), en Guatemala.

“Teníamos conocimiento que en Latinoamérica había una frecuencia muy alta de hipertensión en el embarazo o preeclampsia, una complicación muy seria que causa en el mundo entre 50.000 a 70.000 muertes maternas por año. Sin embargo, recolectando información de Guatemala, observé que tenían una frecuencia muy baja de preeclampsia. ‘¿Habrá algún factor que explica esto?’, me pregunté. Y resulta que, de encuestas nutricionales, surgió que las mujeres de más bajos recursos tenían una ingesta muy alta de calcio, y no por el consumo de lácteos, sino por una costumbre milenaria de los mayas para preparar las tortillas de maíz: la nixtamalización, o agregado de cal al maíz antes de la molienda”, explica Belizán.

La observación inicial se transformó en una hipótesis y en una serie de estudios a lo largo de varias décadas, desde modelos animales hasta intervenciones de suplementación en mujeres. Y definitivamente se comprobó que la ingesta de calcio previene la preeclampsia, complicación que produce muertes maternas, muertes en los niños y consecuencias a largo plazo. A partir de nuestros estudios, la Organización Mundial de la Salud (OMS) tomó una recomendación internacional de que todas las mujeres que tengan una baja ingesta de calcio deben aumentar su ingesta”, agrega.

También realizó otras contribuciones significativas que mejoraron la experiencia del parto en millones de mujeres y la salud de los niños desde el útero materno. Mediante un estudio en Rosario, comprobó que la episiotomía (incisión que se hace entre la abertura vaginal y el ano durante el parto) no debe realizarse de rutina. “Es un procedimiento muy agresivo para la mujer, muy desagradable. Después de cada parto, en un periodo tan relevante de la relación madre/niña/o, sufren molestias y dolores a causa de ese corte”, describe.

El trabajo en Argentina se publicó en The Lancet en 1993 y, a partir de esa evidencia, la OMS también emitió una recomendación en contra del uso rutinario de esa práctica, “lo cual hizo que se redujera tanto en países de altos como bajos y medianos ingresos”. También documentó que muchas cesáreas no eran necesarias. Y pudo demostrar que la mala ingesta materna repercute en el desarrollo del feto y tiene consecuencias en sus hijas/os.

“Como experto internacional, la innovación y la investigación rigurosa del Dr. Belizán desde la ciencia básica hasta la implementación ha tenido un profundo impacto en la salud mundial y ha motivado las carreras de los investigadores y acciones en todo el mundo durante las últimas cinco décadas. Su trabajo ha despertado y seguirá promoviendo importantes desarrollos en este sector, ya que demuestra la importancia de que los países de bajos y medianos ingresos estén representados en la investigación de la salud global”, destaca en un comunicado la Fundación Gairdner.

“A lo largo de sus 50 años de carrera, la influencia del Dr. Belizán se extiende más allá de sus propias investigaciones, inspirando una nueva generación de investigadores e investigadoras y liderando el cambio hacia sociedades más equitativas”, añade la entidad.

Sobre José Belizán

Nacido, graduado y con residencia actual en la ciudad de Rosario, es un obstetra e investigador de 77 años. Fue director del Centro Latinoamericano de Perinatología y Desarrollo Humano (CLAP) de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y cuenta con 277 publicaciones indizadas en PubMed, principal base de datos de trabajos científicos. En la base de datos de referencias bibliográficas Scopus tiene más de 10.000 citaciones científicas, mientras que en la base de datos de publicaciones científicas Google Scholar22.500 citaciones. Es editor en jefe de dos revistas internacionales y miembro del cuerpo editorial de diversas revistas científicas, entre ellas The Lancet. Además, ha sido revisor en 36 revistas científicas e instituciones de investigación, entre ellas National Institutes of Health (NIH), Medical Research Council de Reino Unido y Grand Challenges de Canadá.

Fuente: CONICET.

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