El geólogo Alejandro Báez explica el contexto en que se produce la erupción del volcán en España y cuenta qué información analizan los expertos para interpretar lo que ocurre cuando hay un evento de estas características.
Desde el 19 de septiembre, las fotografías y videos de la erupción del volcán de Cumbre Vieja, en la isla de La Palma (España), han generado impacto por la espectacularidad de este evento natural. 26 días después, las coladas de lava continúan afectando centenares de hectáreas y a las comunidades que viven en esa región.
Más allá de lo llamativo que es la erupción de un volcán, los eventos en La Palma se enmarcan dentro de lo esperable. “Lo que está sucediendo en La Palma es totalmente normal en el contexto que está ocurriendo. Hay que pensar que las islas Canarias son islas volcánicas, su formación en sí fue a partir de erupciones de este tipo”, señaló Alejandro Báez, licenciado en Geología y becario doctoral del CONICET, en diálogo con el programa “El verano menos pensado” (Radio Mitre Mar del Plata).
Sobre la formación de las Canarias, el especialista comentó: “Empiezan como erupciones submarinas y en algún momento el volumen de material supera el nivel del mar y va generando las islas. Los tiempos entre una erupción y otra pueden ser mayores o menores. Por ahí, en tiempo humano pensamos que pasa mucho tiempo, pero en realidad no. Ahí, en la isla de La Palma, la última erupción había sido en la década del 70. En algún momento iba a volver a pasar y volverá a pasar. Es totalmente normal”.
Si bien en vulcanología no es posible predecir con exactitud cuándo ocurrirá un evento, mediante el monitoreo de los volcanes activos se obtienen pistas sobre lo que puede suceder a partir de la química del volcán o su sismicidad.
“En este caso, fue muy importante la sismicidad. Desde días anteriores, habían notado una sismicidad que les indicaba que habría como un ascenso de magma en la zona. Incluso, se había empezado a evacuar antes de que comenzara la erupción, así que ya la veían venir. No se puede saber nunca cuándo va a pasar exactamente, pero si hay monitoreo, te permite tener pistas”, explicó el geólogo.
Asimismo, Baéz destacó que no es posible saber cuándo finalizará la erupción del volcán de Cumbre Vieja, iniciada el 19 de septiembre. Se puede comparar con la extensión de las últimas erupciones y hacer aproximaciones, pero no es posible determinarlo con precisión.
El Gobierno de Canarias informó el 14 de octubre que la colada principal está casi paralizada y la del sector noroeste presenta mayor aporte de lava, lo que ha obligado a evacuar a otras 400 personas. En total, han sido evacuadas 6.400 personas desde el inicio de la erupción.
Por otra parte, las autoridades estiman, a partir del uso del satélite Copernicus, que hay unas 1.634 construcciones afectadas, de las cuales 1.548 están totalmente destruidas. En tanto, son 674 hectáreas las afectadas por la lava.
Respecto a los cambios que genera la lava en la superficie de la isla, Báez describió: “Hace unos días, la colada principal llegó al mar (martes 28 de septiembre) y está formando esta especie de delta. Incluso, si miramos una imagen satelital de la isla o a través de Google Earth vemos que está llena de estos deltas de erupciones pasadas. Es decir, es un fenómeno recurrente que va a cambiar la topografía”.
Al mismo tiempo, se refirió a la preocupación que hubo en la previa a que la lava llegue el mar por los gases que ese contacto podía generar. En este sentido, sobre el tipo de tareas a realizar en estos casos, el geólogo indicó que “hay que ver la dispersión que puede generar el viento de estos gases e incluso de las cenizas que emite el volcán, y controlar eso”.
Tipos de erupciones
Hay dos tipos de erupciones volcánicas. Pueden ser efusivas –cuando salen coladas de lava, como ocurre en el volcán de La Palma– o explosivas –cuando el magma que está subiendo a la superficie se rompe en pequeños fragmentos y sale en forma de cenizas–.
“En general, las erupciones explosivas son mucho más peligrosas por el material, la dispersión de cenizas, y por otro proceso que se llama flujo piroclástico, que es una nube de ceniza que baja por la ladera. Estas son mucho más rápidas y calientes. Y si hay poblaciones cercanas, las nubes de cenizas son mucho más peligrosas que una colada de lava que te da tiempo a evacuar”, sostuvo Báez, quien trabaja en el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG), dependiente del CONICET y la Universidad Nacional de Río Negro.
Por último, el investigador resaltó que en la cordillera argentino-chilena hay un importante número de volcanes activos. En esta línea, recordó la erupción del volcán Copahue en 2012, que “todos los años tiene un pequeño momento de emisión de cenizas, no una erupción tan grande, pero sigue activo”. Justamente, Báez se dedica al estudio de la evolución del volcán Copahue.
“También recordamos, en las últimas décadas, las erupciones del Calbuco y el Cordón Caulle, que fueron mucho más grandes. Cayó gran cantidad de cenizas del lado argentino en Bariloche, Villa La Angostura, y llegó hasta la Costa Atlántica. Eso muestra la diferencia de la magnitud de las erupciones. Fueron erupciones enormes, con emisión de gran cantidad de material”, concluyó.
Foto del volcán de La Palma: Inés Galindo (IGME-CSIC).
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