Elsa Estévez, doctora en Ciencias de la Computación e investigadora independiente del CONICET, cuenta cómo son pensados estos entornos urbanos, detalla sus características y explica cómo incorporan las nuevas tecnologías.
Por Agustín Casa / Follow @Agustin_Casa
Las ciudades del futuro ya están aquí o al menos comenzaron su proceso de transformación en distintos países. Estas ciudades del futuro y del presente emplean la tecnología para múltiples beneficios y tienen una fuerte conexión con entornos urbanos inclusivos, con servicios de calidad para todos sus residentes y con un desarrollo sostenible de la ciudad.
En esa dirección se dirigen las ciudades inteligentes sostenibles, un concepto que emergió al ritmo del veloz avance de la tecnología y de su incorporación en la vida cotidiana para diferentes usos. ¿Cómo es una ciudad inteligente sostenible? “Es una ciudad en la cual la tecnología está embebida en distintas áreas y aspectos de la vida civil, comercial y política de la ciudad. El ciudadano realiza todas sus actividades utilizando la tecnología de forma transparente, y esta le facilita las actividades que tiene que realizar, desde temas de salud, educación, interactuar con el Gobierno por trámites, actividades recreativas, esparcimiento, movilidad dentro de la ciudad, etc.”, cuenta a Citecus Elsa Estévez, doctora en Ciencias de la Computación e investigadora independiente del CONICET en el Instituto de Ciencias e Ingeniería de la Computación (ICIC) de Bahía Blanca.
Estévez también es profesora de la Universidad Nacional del Sur (UNS) y de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), investigadora internacional del Laboratorio de Innovación e Inteligencia Artificial de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y docente a cargo de la Cátedra UNESCO en Sociedades del Conocimiento y Gobernanza Digital en la UNS.

Según la especialista, la noción de ciudades inteligentes sostenibles tiene seis dimensiones: la medioambiental, la económica, la de talento humano, la de movilidad urbana, la de condiciones de vida y la de gobernanza. Desde esta perspectiva, la tecnología es utilizada para contribuir en el desarrollo de los objetivos de cada una de esas dimensiones. “Desde la parte medioambiental se busca contribuir en la conservación del medioambiente y los recursos naturales. La parte económica implica promover nuevas formas de economía, el emprendedorismo y nuevas posibilidades de desarrollo económico para las ciudades. La parte de talento humano hace foco en el desarrollo de las capacidades de las personas, que todos los residentes tengan acceso y puedan beneficiarse de la tecnología. En la parte de movilidad urbana se busca mejorar, a través de la tecnología, el transporte público para que los ciudadanos puedan movilizarse de un lugar a otro. La parte de condiciones de vida se focaliza en la inclusión social, así como en actividades culturales y de esparcimiento. Por último, la de gobernanza impacta en todas las otras dimensiones, porque una ciudad inteligente sostenible puede desarrollarse y lograr los objetivos con buenos mecanismos de gobernanza, como la gobernanza participativa trabajando con el compromiso de los distintos interesados sociales”, explica Estévez, quien resalta que “el desarrollo de una ciudad inteligente sostenible no es el despliegue de tecnología por sí, sino es el uso que se puede hacer de la tecnología para realmente mejorar la calidad de vida”.
Es decir, el propósito es que “todos los habitantes podamos beneficiarnos de los mismos servicios, de las mismas posibilidades”. En este sentido, la doctora en Ciencias de la Computación señala que en las ciudades inteligentes sostenibles se busca que haya “más seguridad, más inclusión, más oportunidades de recreación, más espacios verdes que se puedan disfrutar, que haya posibilidades de desarrollo económico” y asegura que “todo eso contribuye a que la gente viva mejor”.
Asimismo, la científica subraya que en estos proyectos es fundamental “el desarrollo de talento humano” y, por ello, “se hace mucho énfasis en el desarrollo de las capacidades humanas para que puedan beneficiarse del uso de la tecnología y que esto no sea solamente un negocio tecnológico”.

La idea de ciudades inteligentes sostenibles tomó protagonismo con los grandes avances tecnológicos de las últimas décadas, como la computación en la nube, internet de las cosas y el desarrollo de nuevos dispositivos. “Las tecnologías se comenzaron a utilizar en distintas industrias y diferentes áreas de aplicación y, de alguna forma, surge el tema de cómo se puede hacer el despliegue de toda esa infraestructura, esa tecnología, junto con otro conjunto de capacidades dentro de entornos urbanos y territorios para que su uso pueda mejorar la calidad de vida de los residentes, y facilitar cuestiones de la vida diaria de las personas que viven en áreas urbanas, como la movilidad, temas de seguridad, desarrollo socioeconómico y gestión de residuos, etc.”, detalla.
Una tendencia sostenida desde hace años en el mundo tecnológico es el desarrollo de dispositivos cada vez más avanzados, potentes, sofisticados y pequeños. Estos dispositivos se pueden utilizar no solo en el hogar, el trabajo o conectados a una fuente de energía eléctrica. Estas tecnologías se pueden usar en distintos lugares y con fines diferentes. En este punto, Estévez indica: “La nuevas tecnologías se pueden aplicar en distintos lugares, en forma ubicua, como por ejemplo las cámaras de seguridad, el acceso de las personas a sus dispositivos móviles, tener conectividad de banda ancha móvil en todo el ámbito de cobertura de la ciudad, tener sensores para medir la contaminación del aire y la contaminación sonora de la ciudad, así como conexión entre todos estos dispositivos, como parte de internet de las cosas”.
El objetivo número 11 de desarrollo sostenible para 2030 propone “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”. Estévez afirma que las ciudades inteligentes sostenibles encajan en ese punto y pueden contribuir a cumplir las metas que se propusieron los países firmantes de los objetivos de desarrollo sostenible.

En este marco, es importante diferenciar las ciudades desarrolladas de aquellas que transitan un proceso de transformación hacia una ciudad inteligente sostenible. “Existen muchos casos de ciudades desarrolladas, pero no necesariamente son ciudades inteligentes sostenibles –advierte Estévez–. Hay muchas ciudades que han sido capaces de generar un buen desarrollo económico, que tienen espacios culturales importantes, pero no promueven la inclusión social y tampoco el desarrollo que han adquirido es sostenible. Hay problemas de congestión de tráfico, no hay una correcta gestión de residuos o protección del medioambiente, con lo cual, si el desarrollo continúa de esa manera, las condiciones de vida de los residentes van a ser cada vez peores”.
Según la investigadora del CONICET, a diferencia de una ciudad solo enfocada en el desarrollo económico, “una ciudad inteligente sostenible tiene en cuenta que el desarrollo socioeconómico contribuya a la inclusión social, a generar oportunidades para todos, a cuidar los recursos naturales y, de esta manera, que el desarrollo sea sostenible”.
¿Qué urbes son vistas como ejemplos de ciudades inteligentes sostenibles? “Ámsterdam es un caso típico en Europa, y en Latinoamérica tenemos a Medellín. Con un desarrollo urbano importante en los últimos años, pasó de ser conocida como la capital de la droga a ser un ejemplo de ciudad inteligente sostenible”, comenta Estévez. Asimismo, aclara que “no hay una receta única para que una ciudad alcance el estado de ciudad inteligente sostenible y, en realidad, no se puede alcanzar ese estado, decir que una ciudad es totalmente una ciudad inteligente sostenible”. En este sentido, agrega: “Nosotros vemos el desarrollo de una ciudad inteligente sostenible como un proceso continuo de transformación de capacidades en la ciudad a fin de cumplir con determinados objetivos del desarrollo sostenible a través del uso de la tecnología”.
Si bien los países desarrollados llevan la delantera en la implementación de tecnologías y proyectos asociados a este concepto de ciudades inteligentes sostenibles, en Argentina y América Latina se vienen generando avances. Desde la promoción del uso de bicicletas y la generación de ciclovías, el uso de cámaras de seguridad, el uso de aplicaciones para trámites, para consultar las frecuencias y los horarios del transporte público y para estacionar el vehículo en espacios con estacionamiento medido, entre otros usos. “Son pequeñas cosas que hacen que se vaya incorporando tecnología en estos entornos y que contribuyan al desarrollo de estas ciudades más inclusivas con mejores oportunidades para el desarrollo de las personas y el desarrollo económico”, señala Estévez.

En tiempos de pandemia de COVID-19, las tecnologías cobraron mayor protagonismo aún, en un escenario de aislamiento social y la interrupción de las actividades sociales presenciales. Al mismo tiempo, se hizo notoria la desigualdad en el acceso a estas tecnologías y la necesidad de políticas para universalizar el acceso a una computadora y a internet. En relación al uso de las tecnologías en este último año, la investigadora remarca que las personas tuvieron que resolver distintos trámites o situaciones de manera digital. “La tecnología tuvo relevancia para poder interactuar y satisfacer necesidades básicas que tuvimos durante el tiempo de la cuarentena. Desde la educación, una consulta con el médico, resolver un trámite de Gobierno, etc. Si antes las personas no pensaban en hacerlo de esa manera, nos vimos obligadas a interactuar mediante las tecnologías. Por suerte, se dio un gran avance en ese sentido. Debemos ocuparnos en que sea de manera inclusiva para todos los sectores de las ciudades, que pueda permanecer en el tiempo y podamos seguir capitalizando esto”, reflexiona.
Entre otros trabajos, Estévez es autora principal de un extenso estudio de reconocimiento sobre ciudades inteligentes sostenibles impulsado por la United Nations University. Además, forma parte de CAP4CITY, un proyecto que busca fortalecer las capacidades de gobernanza para el desarrollo de ciudades inteligentes sostenibles en América Latina y está financiado por el programa Erasmus+ de la Unión Europea. Lo lleva adelante un consorcio de doce universidades, de las cuales ocho son latinoamericanas. Desde la Universidad Nacional de Sur se coordina el trabajo de las universidades de la región que forma parte de proyecto. También integra el consorcio la Universidad Nacional de La Plata.
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