Así lo señaló Josefina Ballarre (ingeniera, investigadora del CONICET y docente de la UNMDP), quien recientemente fue distinguida a nivel nacional por sus estudios en el ámbito de la Ciencia de Materiales.
La Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (ANCEFN) reconoció a investigadores e investigadoras por su labor en distintas áreas. En ese marco, la marplatense Josefina Ballarre fue distinguida con el Premio Estímulo 2019 en el área de ingeniería. El mismo está dirigido a personas de hasta 40 años que realizan estudios científicos y tecnológicos en la Argentina.
Josefina Ballarre es doctora en Ciencia de Materiales, investigadora independiente del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA) de CONICET y la Universidad Nacional de Mar del Plata, y docente de la Facultad de Ingeniería de la UNMDP. Su especialidad son los materiales biomédicos y estudia la oseointegración y degradación de materiales metálicos modificados superficialmente utilizados como implantes de fijación ósea. Forma parte del equipo dirigido por la doctora Silvia Ceré, el cual trabaja con prótesis óseas de materiales metálicos para su uso en implantes permanentes y degradables.
En diálogo con el programa “El verano menos pensado” (domingos de 11 a 14 por Radio Mitre Mar del Plata), Ballarre se refirió a la distinción que le entregó la ANCEFN. “Es un lindo reconocimiento y es un incentivo para seguir trabajando”, afirmó y, en simultáneo, recordó: “Es el reconocimiento a todo el paquete. El paquete del grupo de trabajo, que se forma de mucho tiempo, y a las familias que están atrás porque una no puede sola para dedicarle tantas horas y tantos momentos. Una sacrifica muchas veces espacios familiares, pero siempre con mucha pasión. Si no hay pasión por lo que una hace, en todo ámbito, y más en el científico, no vas para ningún lado”.
En relación al lugar que ocupan carreras como las ingenierías en el país, la profesora universitaria, quien se dedica a la docencia desde hace más de 15 años, reflexionó: “Hacen falta ingenieros en todos los ámbitos en un montón de empresas en Argentina. En la Facultad de Ingeniería de Mar del Plata tenemos el orgullo de ser una fuente de ingenieros de muy alto nivel. A los chicos los buscan de grandes empresas antes de terminar las carreras, y no llegan a recibirse porque la demanda que hay es muy grande”.
La doctora en Ciencia de Materiales advirtió que “se incentiva al chico a hacer pasantías, a que tenga contacto con la industria, pero después también se lo incentiva a volver y terminar su carrera”. En esta línea, señaló: “Es muy importante que terminen, que tengan el título bajo el brazo. Tenemos un montón de casos de chicos que se han ido por necesidad, o porque los tentaba más el trabajo, y después les costó mucho más terminar la carrera. Lo que una intenta decirle al alumno es ´intentá recibirte, terminá, cerrá el ciclo y después vas a ver que vas a encontrar un montón de posibilidades´. Porque, de hecho, hay posibilidades laborales y también uno puede llegar a rumbearla para donde más le gusta”.
“En la Facultad de Ingeniería tenemos nueve carreras. Empezaron con Química, Mecánica, Eléctrica, y ahora tenemos Ingeniería en Informática, en Computación, Industrial. Tenemos cosas que el mercado está pidiendo muchísimo. Pero, aun así, con un título de ingeniero mecánico o ingeniero eléctrico las posibilidades son muy amplias, porque una no se acota a eso. El chico que empieza a estudiar ingeniería tiene que tener en cuenta eso, que se puede ampliar mucho más el horizonte”, sostuvo.
Asimismo, destacó que “los estudiantes de Ingeniería están muy bien vistos en las universidades de Francia, Alemania, España” y que es “muy bueno el nivel que tenemos” en el país. Respecto a cómo son recibidos los científicos argentinos en el exterior, Ballarre indicó: “He tenido la dicha de estar mucho tiempo afuera. El profesional y el científico argentino es muy valorado porque tiene esa capacidad de adaptarse y de poder solucionar problemas que, para nosotros son pequeños, y para ellos es todo un mundo”.
En cuanto a la importancia de las inversiones en el área de ciencia y tecnología, la investigadora resaltó: “Para la parte científica necesitás apoyo. Yo trabajo en el laboratorio y necesito los insumos para trabajar. No solamente los insumos, necesitás capacitar a tu gente, a tu grupo de trabajo”. Al mismo tiempo, comentó que hoy en día se ha mejorado la interacción entre el sistema científico público y las empresas. “Ahora, hay una interacción buenísima y es lo que también se intenta mucho desde CONICET”, subrayó.
Por otra parte, hizo referencia al acercamiento de la ciencia a la comunidad. “Hace unos cinco o diez años, la voz del científico se empezó a escuchar un poquito más. Antes éramos los que estábamos ahí en un costado”, recordó. En este sentido, remarcó: “Ahora, muchos salimos a la comunidad y damos a conocer las pequeñas cosas para que la gente en su casa sepa lo que se hace”.
“El reto más difícil que tuve hasta ahora en mi carrera fue explicar lo que era la Ciencia de Materiales, de manera muy sencilla, y lo que era el reciclado a chicos de tres años en sala de tres. Fue peor que dar el discurso cuando me dieron el premio en la Academia de Ciencias”, reconoció la ingeniera.
En el área de investigación, Ballarre comenzó a trabajar a los 20 años con la doctora Silvia Ceré. En ese sentido, describió: “Venimos de una escuela de mujeres, por quienes nos fueron formando. A Silvia la formó la doctora Susana Rosso, una señora extremadamente amable y con ganas de pasar conocimientos, pero también madre, profesora, ama de casa. Formó a Silvia y después Silvia me formó a mí. Venimos con una cadena de mujeres en la ciencias que, no es por feminismo, sino por decir nos estamos formando y seguimos adelante con todo el paquete: con el de ser mamá, el de ser tía, con el de ser profesora. Es algo que también se aprende”.
Investigación
El grupo que integra Ballarre estudia la oseointegración, “la capacidad que tiene un material, ya sea el hueso o un material externo, de unirse con otro hueso”. En este sentido, la investigadora resaltó: “Cuando uno se quiebra, en una fractura tenés dos huesos que están en contacto y se produce una oseointegración. Es decir, la generación de tejido óseo”.
“Lo que intentamos en el grupo es promover esta oseointegración sin aplicar un cemento biocompatible que se pone para fijar prótesis, generalmente metálicas. Nosotros modificamos esa superficie para que no haga falta poner un cemento, para que el hueso la reconozca como propia y reconozca que hay una interface, que es la superficie de contacto entre un material y el otro, que es súper amigable con él. Entonces, empiezan a interaccionar y empieza a generarse este tejido óseo nuevo y que sirve de unión. Es una unión natural. Ésa es la oseointegración. Hay muchos materiales que la tienen por sí solos y a otros hay que ayudarlos”, desarrolló.
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