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Estudian el impacto emocional del aislamiento

Un grupo del IPSIBAT realiza un trabajo que evalúa los niveles de depresión, ansiedad, afecto negativo y afecto positivo durante la cuarentena en la población argentina. Hasta el momento se han efectuado tres encuestas en distintas etapas que abarcan a un mismo grupo de participantes. “El más afectado es el grupo de personas más jóvenes, de entre 18 y 25 años”, señaló Fernando Poó, doctor en Psicología e investigador del CONICET.

 

Un equipo de investigación del Instituto de Psicología Básica, Aplicada y Tecnología (IPSIBAT), de CONICET y la Universidad Nacional de Mar del Plata, lleva adelante un estudio que consiste en la evaluación del impacto emocional del aislamiento por la pandemia de COVID-19. 

Hasta el momento ya han realizado tres evaluaciones de alcance nacional sobre una misma muestra de encuestados y presentaron un informe con los resultados de las dos primeras etapas. El estudio evalúa variables emocionales como la depresión, la ansiedad, el afecto negativo y el afecto positivo. La primera encuesta se realizó entre el día 2 y el día 5 de iniciado el aislamiento social, preventivo y obligatorio. La segunda se realizó entre el día 14 y 20 del aislamiento. En tanto, la tercera se efectuó entre los días 47 y 51 de iniciado el aislamiento.

En diálogo con el programa “El verano menos pensado” (domingos de 11 a 14 por Radio Mitre Mar del Plata), Fernando Poó (doctor en Psicología, investigador adjunto del CONICET en el IPSIBAT e integrante del equipo que lleva adelante el proyecto) señaló: “Al comienzo, a dos días de iniciada la situación, los valores que veíamos para la población eran muy similares a lo que informan estudios previos realizados en condiciones normales, por llamarlo de alguna manera”. 

“A los quince días, esos valores empezaron a mostrar algunas diferencias. En el caso de la depresión, vimos un leve aumento pero siempre dentro de valores leves y moderados. Vimos una disminución de la ansiedad, que en un principio no era lo que esperábamos. Lo que suponemos es que en esos diez o quince días lo que ocurrió es que las personas habían podido, en términos generales, adaptarse a la situación de cuarentena. Y también vimos, al mismo tiempo, una disminución del afecto positivo, que eso es coherente con el aumento de la depresión, y una disminución del afecto negativo, que eso empezamos a pensar que se trataba como de un aplanamiento emocional. Ni muy negativo, ni muy positivo”, explicó el psicólogo.

Asimismo, Poó destacó que observaron diferencias en la etapa siguiente: “Estos resultados son de muy pocos días de comenzada la cuarentena. Ahora ya llevamos sesenta y tantos días. Cuando estábamos en el día 46 o 47, iniciamos una tercera evaluación y los resultados preliminares que tenemos de esa evaluación muestran que hay un cambio en las tendencias. Por un lado, la depresión continuó aumentando pero se hizo más pronunciado ese aumento. La ansiedad, que estaba bajando, ahora aumenta y los valores medios en este momento son superiores a los del inicio de la cuarentena. El afecto negativo también aumenta y el afecto positivo tiene algunas variaciones que estamos evaluando cómo son. Tiende a aumentar en algunos casos y en otros no”.

En cuanto a grupos etarios, Poó indicó: “El más afectado es el grupo de personas más jóvenes, de entre 18 y 25 años. Son los que muestran mayores índices de depresión, de ansiedad y de afecto negativo”.

La primera etapa agrupó a 14.500 participantes que respondieron un cuestionario por internet. De esa muestra, unas 7.000 personas participaron de la segunda etapa y cerca de 6.000 respondieron la tercera encuesta. El investigador resaltó que se trata de un estudio longitudinal debido a que se trabaja sobre una misma muestra de personas. “Les enviamos un email preguntándoles si quieren volver a participar y que completen los cuestionarios otra vez. Eso nos permite saber si hubo cambios o no”, describió.

En relación al cuestionario, el integrante del equipo del IPSIBAT desarrolló: “Tiene preguntas que están vinculadas con el estado emocional, sobre depresión, ansiedad y afecto, pero al mismo tiempo tiene espacio para que las personas puedan contestar cuál es su trabajo, si trabajan durante la cuarentena, si se vio afectado su nivel de ingreso, qué tipo de vivienda tienen, cuál es su nivel educativo. Pueden informar su género, ya sea que se identifiquen como varones o mujeres o que tengan una identificación no binaria. Pueden informar cuáles son sus hábitos durante este período –si fuma, si bebe alcohol, si hace deporte, si hace alguna actividad manual–. Les preguntamos cuáles son sus preocupaciones, si están dentro de un grupo de riesgo. Todas esas preguntas que nosotros hacemos las podemos luego relacionar con el estado anímico y encontrar diferencias según esas situaciones. En términos globales, lo que encontramos son estas cuestiones de aumento en términos de depresión, de ansiedad”.

“Nuestro estudio inicial preveía dos tomas de datos durante el aislamiento y otra una vez que el aislamiento fuera levantado, que eso está previsto. Pero en la medida que continúe, seguro haremos otras evaluaciones para seguir monitoreando. Y nuestro interés es evaluar una vez que termine porque sabemos, por estudios que se han hecho en circunstancias similares a ésta en otros países, que las cuarentenas generan efectos a largo plazo, generan lo que puede llegar a ser hasta situaciones de estrés postraumático en las condiciones más severas”, concluyó.

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