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Un marplatense lidera un proyecto internacional que aporta información valiosa para conservar la biodiversidad

El equipo que dirige Matías Mastrangelo, investigador de CONICET Mar del Plata, recientemente publicó un trabajo en la revista Nature Sustainability.

 

Un grupo de internacional de científicos, liderado por Matias Mastrangelo, (investigador adjunto de CONICET Mar del Plata con lugar de trabajo en la Unidad Integrada Balcarce, de INTA y la UNMDP) ha identificado los “vacíos del conocimiento” sobre la biodiversidad más relevantes para generar iniciativas de conservación efectivas y justas. Parte de este trabajo fue publicado recientemente por la revista Nature Sustainability (disponible en https://www.nature.com/articles/s41893-019-0412-1).

La diversidad de relaciones entre especies vegetales y animales que viven en los ecosistemas es parte de lo que llamamos comúnmente “biodiversidad”. Dentro de estas relaciones es importante considerar aquellas entre las sociedades humanas y la naturaleza, ya que son las que actualmente influyen más sobre la situación ambiental del planeta. Para reducir la pérdida actual de biodiversidad, este nuevo estudio remarca la necesidad de un mejor conocimiento, identificando vacíos del conocimiento sobre la gobernanza ambiental y las conexiones entre los sistemas sociales y ecológicos.

Además, las políticas internacionales de sostenibilidad establecen objetivos claros para proteger los ecosistemas y la biodiversidad, pero la forma de lograr estas metas sigue siendo difícil en la práctica, ya que la pérdida de biodiversidad continúa a un ritmo alarmante.

Para poder “llenar” estos vacíos, el grupo de 32 investigadores e investigadoras de los cinco continentes analizó los reportes de siete evaluaciones que publicó la Plataforma Científico-Normativa sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES, por sus siglas en inglés) entre 2016 y 2018, en los que cientos de autores sintetizaron el conocimiento que existe sobre la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en las cuatro grandes regiones del planeta (África, América, Asia y Pacífico, Europa y Asia Central) y en tres temas de gran relevancia: polinización, degradación de tierras y escenarios futuros.

Cabe aclarar que los informes de IPBES son una herramienta crítica para influir tanto en la formulación de políticas basadas en evidencia como para establecer agendas de investigación científica. Así, se lograron identificar 708 vacíos de investigación en los siete reportes, durante casi dos años de investigación liderados por el Grupo de Estudio de Agroecosistemas y Paisajes Rurales en Balcarce (GEAP, UNMDP-INTA) y el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal en Córdoba (IMBIV, CONICET-UNC).

¿Por qué es importante esta información? Porque identificar y llenar estos vacíos de conocimiento sobre biodiversidad y servicios ecosistémicos a escala global puede contribuir a alcanzar las metas de conservación y desarrollo establecidas por Naciones Unidas, suscritas por Argentina, y vigentes al día de hoy. Además, conocer lo que no se conoce es fundamental para orientar la investigación científica hacia temas que pueden ser importantes para la resolución de problemas de toda índole, en este caso ambientales y sociales.

“Conocer qué tan importante es lo que no se conoce para la resolución de problemas reales nos permite priorizar aquellas investigaciones que mayor impacto van a tener, en este caso, sobre el desarrollo sustentable y la conservación de la biodiversidad. Por estos motivos, este estudio tiene potencialmente un alto impacto sobre la comunidad científica porque informa a quienes definen las prioridades de investigación en qué temas es más conveniente invertir los recursos para generar conocimiento relevante para las demandas actuales de la sociedad”, explicó Mastrangelo.

Matías Mastrangelo (37 años) nació en Mar del Plata y estudió Biología en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP). Luego hizo un doctorado en Biología de la Conservación en Nueva Zelanda y retornó al Grupo de Estudio de Agroecosistemas y Paisajes Rurales (GEAP) en la actual Unidad Integrada Balcarce. En el artículo titulado «Vacíos de conocimiento claves para lograr los objetivos de sostenibilidad global» participan junto a él otros investigadores e investigadoras argentinos del CONICET: Natalia Pérez-Harguindeguy, Lucas Enrico y Leonardo Galetto, todos ellos docentes de la Universidad Nacional de Córdoba e investigadores del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (CONICET-UNC).

“Los puntos que detectamos como prioritarios tuvieron que ver con conocer la efectividad de las distintas formas de gobernanza ambiental, conocer el rol de las instituciones en la distribución social de los servicios ecosistémicos y conocer el impacto de los cambios en las preferencias de la gente (por ejemplo, los cambios en la dieta) sobre los cambios en los ecosistemas (por ejemplo, la expansión de la agricultura). Algo interesante, y preocupante a la vez, fue que detectamos que todos estos vacíos de conocimiento no son nuevos, sino que persisten como tales desde la Evaluación de Ecosistemas del Milenio, la evaluación global previa a las de IPBES que se hizo hace 15 años atrás”, agregó Mastrangelo.

Por ejemplo, el estudio identifica que los programas de investigación de largo plazo sobre la dinámica ecológica y social de los territorios rurales generan conocimiento clave para cumplir con los compromisos asumidos por países como Argentina con respecto a mitigar la degradación de tierras y el cambio climático. Esto permite revalorizar los conocimientos ancestrales de comunidades indígenas y locales acerca del funcionamiento de los ecosistemas, y de la relación con ellos.

“Al contribuir a entender cuáles son las barreras para el cumplimiento de los compromisos asumidos en materia social y ambiental, nuestro estudio aporta conocimiento para la formulación de la nueva agenda ambiental global y nacional.  Necesitamos identificar estrategias de gestión y políticas para los ecosistemas y la biodiversidad que sean efectivas, justas, inclusivas y promuevan una buena calidad de vida», concluyó el investigador.

Fuente: CONICET Mar del Plata.

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