El fósil encontrado en las playas de Santa Isabel pertenece a la especie Glossotherium robustum, uno de los perezosos terrestres gigantes que habitaron esta región en el pasado. Lo novedoso del hallazgo es que se trata de un cráneo de 55 cm de largo y es el más grande de la especie que atesora en su colección el Museo Scaglia.
Manú Guazú de Foronda Lanusse (de 4 años) caminaba junto a sus tíos por las playas de Santa Isabel, en la zona sur del partido de General Pueyrredon, cuando, de pronto, vio huesos que llamaron su atención. Él y su familia se comunicaron rápidamente con los profesionales del Museo de Ciencias Naturales Lorenzo Scaglia de Mar del Plata y enviaron fotos de la ubicación del hallazgo a través de WhatsApp.
Las imágenes del fósil fueron claves para la identificación de la pieza ósea: se trataba de un cráneo de gran tamaño perteneciente al perezoso terrestre gigante Glossotherium robustum. El cráneo tiene un largo de 55 cm y se convirtió en el más grande de un glosoterio en la colección paleontológica del Museo Scaglia.
Las tareas de rescate se realizaron el mismo día del hallazgo y participaron estudiantes de la Tecnicatura Superior en Paleontología que se dicta en el Instituto Superior de Formación Técnica N° 194 de Miramar, lo que permitió ganarle rápidamente a la marea, a la fría ventisca y al día que se estaba apagando. Durante los trabajos, también se hallaron dientes aislados, costillas y una gran cantidad de osículos dérmicos.
La antigüedad del fósil sería de entre 30 y 20 mil años. Los restos se recuperaron en depósitos sedimentarios de un antiguo cauce fluvial, que explican el origen de esta pequeña playa en bolsillo a pocos metros de la colonia presidencial de Chapadmalal.

Características de los glosoterios
Los glosoterios fueron animales que medían 1.5 metros de alto y 3.5 metros de largo y pesaban entre 1.200 a 1.500 kilos. Sus manos poseían cuatro garras bien desarrolladas y dos en sus pies, que les permitían excavar sistemas de túneles gigantes (madrigueras). Estos herbívoros poseían dientes de crecimiento continuo que les permitieron compensar el desgaste que les producía comer pasturas abrasivas (gramíneas con una epidermis llena de células envueltas en una cobertura de sílice = vidrio) y un alto contenido de ceniza volcánica que constantemente recirculaba en los ambientes de la antigua sabana pampeana (demasiado vidrio junto con la comida de todos los días).
Si bien eran cuadrúpedos, estos perezosos gigantes terrestres podían erguirse sobre sus patas traseras y caminar un corto trayecto en dos patas. Otra de sus características más notables era la de poseer pequeñas bolitas de hueso (osículos dérmicos) por debajo de su peluda piel que funcionaban a modo de un chaleco antibalas, que seguramente le dieron protección contra las primeras lanzas que llegaron a Sudamérica en manos humanas.
Por el hallazgo paleontológico, Manú Guazú fue nombrado “protector del patrimonio paleontológico” del Museo Scaglia. Los profesionales del museo celebran la participación ciudadana en el cuidado y la recuperación de fósiles y recuerdan que, ante un hallazgo, es importante no intervenir la pieza y obtener fotos de cerca y de lejos del material, además de su ubicación, para facilitar las tareas de rescate por parte de los profesionales.